Por: Maria Karla González Urgelles, Claralbis Soler Infante y Amanda Castillo Valles
El 30 de junio de 1957 marcó un día de brutal represión y heroísmo en Santiago de Cuba, cuando los jóvenes revolucionarios Josué País, Floro Vistel y Salvador Pascual fueron asesinados por las fuerzas de la dictadura de Fulgencio Batista.
Este crimen no fue un hecho aislado, sino un reflejo de la violencia sistemática del régimen contra quienes se oponían a su opresión, y al mismo tiempo, una prueba del creciente impulso del movimiento revolucionario que culminaría con el triunfo de 1959.
Ese día, el gobierno de Batista organizó un mitin en el parque Céspedes de Santiago, buscando proyectar una falsa imagen de normalidad y control en la provincia oriental, donde la resistencia clandestina ya era fuerte. Sin embargo, los revolucionarios, liderados por figuras como Frank País (jefe de acción del Movimiento 26 de Julio en Santiago), habían planeado una respuesta contundente para desenmascarar la farsa.
El plan incluía el estallido de una bomba como señal para iniciar una serie de acciones, pero al fallar el detonador, la operación se vio comprometida.
Al salir a las calles, Josué, junto a Floro Vistel y Salvador Pascual, fueron interceptados por las fuerzas represivas. Su vehículo fue acribillado a balazos, asesinando a Floro y Salvador en el acto. Josué, gravemente herido, fue capturado y ejecutado posteriormente mientras era trasladado al hospital.
Este crimen demostró dos cosas esenciales: La brutalidad de la dictadura, que recurría al asesinato extrajudicial para silenciar a la oposición.
La determinación inquebrantable de los revolucionarios, cuya lucha no se detuvo pese a la represión.
La muerte de estos tres jóvenes no fue en vano. Por el contrario, reafirmó la convicción de que la dictadura solo podía sostenerse mediante el terror, pero que su fin era inevitable ante el avance popular. Frank País, profundamente afectado por la pérdida de su hermano, intensificó su labor revolucionaria hasta su propio asesinato meses después (julio de 1957), convirtiéndose en un mártir y símbolo de la resistencia.
“¡Qué bárbaros, los cazaron en la calle cobardemente, valiéndose de las ventajas que disfrutan para perseguir a un luchador clandestino! ¡Qué monstruos, no saben la inteligencia, el carácter, la integridad que han asesinado!…” (Fidel)
La Audacia que Cambió el Destino de Cuba
Este 30 de junio el pueblo de Santiago de Cuba le rindió homenaje a Josué País, Salvador Pascual y Floro Vistel, jóvenes del Movimiento 26 de Julio asesinados vilmente por la dictadura de Fulgencio Batista hace 68 años.
A Josué y Frank País y sus compañeros caídos por nuestra soberanía envían ofrendas florales desde diferentes lugares de Cuba por estos días.
En Santiago de Cuba no faltan las actividades de homenaje a Josué y Frank País y a todos los héroes y mártires de la Patria, primero en la Plazita de los Mártires, en la calle Santo Tomás y Habana, luego en el Callejo del Muro donde fue asesinado el líder de la lucha clandestina por sicarios al mando del sanguinario teniente coronel José María Salas Cañizares.
En el cementerio Santa Ifigenia, también son depositadas ofrendas florales en la tumba de la familia País García y de Raúl Pujol, ante el retablo de los Mártires del 26 de Julio, en el Panteón de los Mártires de la Revolución y en tributo a los próceres de la Patria en el Corredor Patrimonial.
Allí, el gesto muy profundo del pueblo en uniforme verde olivo; las miradas serenas de los combatientes sobrevivientes de la Sierra y el llano.