Por: Claudia Díaz | Héctor Martínez Marrero |Yudy Castro
En el aniversario 66 del primer trabajo voluntario protagonizado por el Che, el Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, y el primer ministro, Manuel Marrero Cruz, encabezaron jornadas productivas | granma.cu

En las tierras de la Empresa Agroindustrial Los Tamarindos, en la provincia de Artemisa, la tranquilidad de una mañana de domingo fue alterada por el ímpetu de quienes, aun teniendo la semana cargada de trabajo, no renuncian a encontrar la prosperidad de Cuba en el camino del esfuerzo diario, tal y como supo demostrar el Che.
Entre esos hombres y mujeres estuvo el Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez. Luego de siete días de entrega sistemática a la recuperación de las provincias orientales golpeadas por el huracán Melissa, de dialogar con los científicos y expertos para buscar soluciones a las arbovirosis, de recibir a visitantes, recordar la historia y dar seguimiento a asuntos de prioridad nacional, el Jefe de Estado se sumó este domingo a la jornada nacional de trabajo voluntario. Lo hizo, uniendo familia y deber, junto a su esposa, Lis Cuesta Peraza.

Varias veces al año suceden estas jornadas productivas sin remuneración, pero la de este domingo 23 de noviembre fue doblemente especial, ya que coincidió con el aniversario 66 del primer trabajo voluntario protagonizado por el Comandante Ernesto Che Guevara en el Caney de las Mercedes, territorio del actual municipio granmense de Bartolomé Masó, para trabajar en la construcción de la Ciudad Escolar Camilo Cienfuegos.
En las tierras artemiseñas, muy cerca de La Habana, y junto a sus compañeros del Comité Central –entre ellos el miembro del Buró Político y secretario de Organización, Roberto Morales Ojeda–, el Primer Secretario se dedicó a la siembra de alimentos.
Luego de las labores en el surco, Osnay Miguel Colina, presidente de la comisión organizadora del XXII Congreso de la CTC, recordó al Che que, sin sacudirse el cansancio de la guerra, promovió con ejemplo la idea de que el trabajo productivo y creador sería nuestra fuente de riquezas.
«Desde entonces –dijo Colina–, los cubanos nos hicimos mucho más guevarianos y mucho más solidarios. Gracias a esas jornadas levantamos hospitales y escuelas, sembramos y cosechamos, nos fuimos a los llanos y a las montañas, a cualquier lugar donde nuestros brazos fueran más necesarios.
«Nos volvimos macheteros, constructores, agricultores, pero, sobre todo, mejores seres humanos, mejores revolucionarios. Hicimos zafras de oriente a occidente, dimos vida a nuevas comunidades de viviendas, multiplicamos la producción agrícola y esas horas robadas al descanso significaron la alegría del deber cumplido por el bien común.
«Hay que trabajar y mucho, tanto en la recuperación del Oriente del país como en la higienización de barrios y centros de trabajo ante la complejidad epidemiológica. Trabajar, producir, crear y pelear es el mejor resumen de estas horas», afirmó Colina.
En medio de un contexto desafiante, pero con motivaciones poderosas como el centenario del Comandante en Jefe Fidel Castro –quien definió a la Revolución como la capacidad de emanciparnos por nosotros mismos–, los trabajadores cubanos –señaló el dirigente sindical– mantienen vivo el espíritu del trabajo voluntario, impensable en otra sociedad en la cual solo el interés material mueve a los seres humanos.
Colina se refirió también a otros incentivos del proletariado cubano para la realización de esta jornada nacional, como lo son la convocatoria al xxii Congreso de la CTC en el 2026, junto a la construcción colectiva del Anteproyecto de Ley del nuevo Código de Trabajo, y la discusión del Programa de Gobierno para corregir distorsiones y reimpulsar la economía.

SUMAR TODAS LAS VOLUNTADES POR EL BIEN COMÚN
Con la certeza de que la producción de alimentos es una de las batallas más urgentes hoy, la finca El Chico, ubicada en el capitalino municipio de Boyeros, ha ampliado la siembra de cultivos varios, incluidas viandas, granos, hortalizas y flores, e impulsa la cría de aves, conejos y carneros.
Hasta esta unidad, fundada por Celia Sánchez a inicios de la década del 70, llegó este domingo el miembro del Buró Político y primer ministro, Manuel Marrero Cruz, junto a trabajadores del Palacio de la Revolución, como parte de las actividades de la Jornada Nacional de Trabajo Voluntario.
La siembra y la limpieza del frijol y la cosecha de flores fueron las tareas fundamentales de la jornada, dedicada justamente al aniversario 66 del primer trabajo voluntario protagonizado por el Guerrillero Heroico, Ernesto Che Guevara.
Jorge Revé Moracén, jefe agropecuario de la finca, habló sobre el aprovechamiento de las tres caballerías que disponen y destacó la importancia de actividades productivas como la de este domingo. Se sienten el apoyo, el acompañamiento, dijo, y se demuestra que estamos de pie y tenemos que seguir luchando.
La producción de alimentos es asunto de todos y nos toca aportar a cada cual nuestro granito de arena para superar la compleja situación económica que enfrenta el país. No podemos esperar a que alguien venga a darnos lo que nosotros mismos somos capaces de producir. Y para los trabajadores del Palacio es un orgullo laborar hoy en esta finca, tan estrechamente vinculada al legado de Celia, afirmó Danisly Hernández Brito, perteneciente al Departamento de Versiones Taquigráficas.
De las motivaciones que impulsan a los jóvenes del Palacio de la Revolución a sumar voluntades por el bien común también habló Milagros Morales del Toro, miembro del Departamento de Atención a las Quejas y Peticiones. Se trata, a su juicio, de «una convocatoria muy importante que no se limita solo a este fin de semana, sino que se ha venido haciendo cada mes, tanto en nuestro centro de trabajo como en otros lugares donde se necesite nuestro aporte».
En la jornada de este domingo, trabajadores del Palacio de la Revolución también realizaron labores de limpieza, poda e higienización de las áreas de la institución, seguros de que la unidad, la sistematicidad y la participación activa de todos son las claves para superar las adversidades.























