La promesa que cambió la historia

El yate Granma tocó tierras cubanas el 2 de diciembre de 1956, luego de una travesía de ocho días desde Tuxpan. No solo de 82 hombres venía lleno el barco, también de temores y valentías. Imagen: Cubadebate.

Por: Anaisis Hidalgo Rodríguez
Aquel 2 de diciembre de 1956 la historia de Cuba cobró un nuevo impulso. Del barro de Los Cayuelos y de la voluntad inquebrantable de aquellos 82 expedicionarios surgieron las Fuerzas Armadas Revolucionarias, herederas del temple del Ejército Rebelde | internet@granma.cu

El yate Granma tocó tierras cubanas el 2 de diciembre de 1956, luego de una travesía de ocho días desde Tuxpan. No solo de 82 hombres venía lleno el barco, también de temores y valentías
El yate Granma tocó tierras cubanas el 2 de diciembre de 1956, luego de una travesía de ocho días desde Tuxpan. No solo de 82 hombres venía lleno el barco, también de temores y valentías

La noche era densa, cargada de sal y de presagios. El yate Granma se tambaleaba furiosamente sobre las aguas del Golfo. Casi tragado por las olas, apenas resistía el peso de los sueños y las armas. Aquellos siete días de tormenta y náuseas, unidos a un mar rebelde, parecían conspirar contra los jóvenes expedicionarios liderados por Fidel Castro.

Al cabo del tiempo, una orden rompió la tensión: «¡A toda máquina hacia la costa!». El casco raspó brutalmente contra el fango, deteniéndose a 60 metros de la orilla.

El silencio del motor dio paso al jadeo colectivo y al chapoteo de los primeros hombres que se lanzaron al agua justo por Los Cayuelos, sitio de Playa Las Coloradas, municipio de Niquero.

En ese instante, la libertad tuvo el peso frío del fusil, la mochila empapada y el lodo que ascendía por las botas.

Comenzaba la verdadera prueba.

Lo que desde el barco parecía tierra firme era un pantano traicionero, un terreno blando y succionador que se negaba a soltar a sus víctimas.

El fango, espeso y frío, se aferraba a las piernas, amenazando con tragarse hombres y esperanzas.

Avanzaron durante dos horas eternas en la penumbra, con el agua al pecho, arrastrando el cuerpo a través de aquel limo infernal.

No había enemigo a la vista; solo la tierra misma, rebelde, hostil.

El amanecer trajo consigo un zumbido lejano que pronto se convirtió en estruendo: el disparo certero de un arma pesada desde el mar. Habían sido avistados.

El yate Granma, solitario y varado, era ya un blanco seguro.

Luego vinieron las ráfagas desde el cielo, cortando el aire sobre las cabezas de los 82 expedicionarios.

El hambre y el cansancio extremo estaban escritos en cada rostro demacrado, en cada músculo tembloroso.

Pero en aquellos ojos, abrazados por el agotamiento, ardía una terquedad distinta, una promesa hecha carne, un juramento que había sobrevivido al naufragio y ahora desafiaba al pantano y hasta las balas: ser libres o mártires.

Aquel 2 de diciembre de 1956 la historia de Cuba cobró un nuevo impulso.

Del barro de Los Cayuelos y de la voluntad inquebrantable de aquellos 82 expedicionarios surgieron las Fuerzas Armadas Revolucionarias, herederas del temple del Ejército Rebelde, guardianas de un país que aprendió a forjar su destino con sus propias manos.

Y desde aquel amanecer teñido de pólvora y lodo, la hazaña comenzó a crecer más allá de los hombres que la protagonizaron.

Se volvió semilla y brújula, legado vivo para las nuevas generaciones.

El yate Granma tocó tierras cubanas el 2 de diciembre de 1956, luego de una travesía de ocho días desde Tuxpan. No solo de 82 hombres venía lleno el barco, también de temores y valentías. Imagen: Cubadebate.
El yate Granma tocó tierras cubanas el 2 de diciembre de 1956, luego de una travesía de ocho días desde Tuxpan. No solo de 82 hombres venía lleno el barco, también de temores y valentías. Imagen: Cubadebate.

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