Por: Dilbert Reyes Rodríguez
La macroeconomía cubana necesita, inevitablemente, de divisas para desarrollarse | dilbert@granma.cu

Recorrido por Zona Franca del Mariel
Las modificaciones deben incentivar los ingresos en divisas por exportaciones. Foto: Ricardo López Hevia
Tres tasas oficiales para el cambio de monedas que, gradualmente, deben converger en una; tres segmentos de participación económica, uno para cada tasa; y modificaciones que incentivarán los ingresos en divisas por exportaciones, así como la existencia de un mercado cambiario legal, objetivo, seguro y transparente, al que accederán también las personas naturales y las formas de gestión no estatal, quedaron establecidas desde este jueves.
De las acciones previstas en el Programa de Gobierno para corregir distorsiones y reimpulsar la economía, y más específicamente para la estabilización macroeconómica, las transformaciones del mercado cambiario se habían reconocido como una de las más complejas de implementar, sobre todo por la carencia de divisas, el desequilibrio de la balanza comercial del país y el deterioro productivo de la economía.
Sin embargo, ya no resultaba posible esperar un escenario más favorable para dar este paso, y aunque se venían creando condiciones –como el nuevo mecanismo de gestión, control y asignación de divisas, aprobado hace una semana y en vigor desde ayer–, lo cierto es que ninguna medida estaría completa sin dejar establecido un mercado cambiario.
En conversación con Ian Pedro Carbonell Karell, director de Políticas Macroeconómicas del Banco Central de Cuba (BCC), estas transformaciones cambiarias eran inaplazables, a fin de lograr organizar los flujos en divisas que se cambian por moneda nacional; que todas estas operaciones se realizaran por intermediación del sistema bancario financiero; que se estimulen aceleradamente las exportaciones, los ingresos externos, y las inversiones; y que, con ajuste a la situación económica real del país, haya un mercado que funcione sobre la base de tasas de cambio objetivas, sin alta volatilidad ni movimientos especulativos que afectan hoy tanto a la familia como a los negocios.
«Son transformaciones, además, que dan acceso legal a las divisas a muchos actores que no lo tenían hasta ahora, y que acudían al mercado informal», dijo.
–¿Por qué tres segmentos con regímenes cambiarios distintos?
–El diseño en esta etapa inicial tiene un enfoque gradual, porque no es aconsejable ir a una unificación cambiaria de inmediato, de golpe, pues tendría resultados muy negativos para la economía. Es decir, aquí no estamos haciendo terapias de choque. Por tanto, este enfoque concibe la existencia de tres segmentos cambiarios, en los que rige una tasa de cambio oficial distinta.
«Dadas las condiciones actuales de nuestra economía, es la alternativa que nos permite avanzar de manera gradual hacia el objetivo final de convergencia, para una unificación de la tasa de cambio; sin que ello implique daños severos a la actividad productiva y, a la vez, permitir que los agentes se adapten adecuadamente a las nuevas condiciones.
«En el Segmento i están las entidades exportadoras, las que generan divisas, y que mantendrán la tasa actual (1×24); sin embargo, desde las cuentas de las divisas que ahora retendrán de sus ingresos, van a poder cambiarlas por moneda nacional en el mercado, pero a la tasa establecida para el Segmento iii, que incluye las personas naturales y las formas de gestión no estatal.
«Esa mejor tasa les va a permitir ingresar una mayor cantidad de pesos cubanos por cada dólar que generen. Así esas entidades podrán pagar mejores salarios, realizar inversiones, afrontar ciertos gastos en moneda nacional para desarrollar su actividad, y que puedan generar mayores ingresos.
«Aquí las transformaciones cambiarias están buscando incentivar y potenciar el sector exportador, porque es el mayor generador de divisas para el país, y sostener, desde los ingresos a la Caja Central, las necesidades básicas de nuestra población; por ejemplo, las relativas a la canasta familiar normada, los medicamentos, el combustible, la energía eléctrica, la transportación…
«En el Segmento ii participarán determinadas entidades generadoras de ingresos externos, con un régimen cambiario distinto (1×120), que propenderá a disponer de recursos para atender las necesidades básicas del Segmento I. Desde el Segmento II se guiará el proceso de convergencia hacia una tasa de cambio única para toda la economía».
El Director de Políticas Macroeconómicas del BCC explicó que, en el Segmento III, se incorpora uno de los elementos más novedosos de la transformación cambiaria: la modificación del régimen cambiario aplicable a las personas naturales y a las formas de gestión no estatal.
Detalló que la tasa aplicable a este segmento será flotante; o sea, variará según las condiciones reales de la economía, incluso diariamente, a partir de la dinámica de las operaciones en este mercado, y de otros elementos del entorno macroeconómico.
«Eso le da un fundamento más sólido a la tasa de cambio que será la referencia para todos los participantes de este segmento, alejándola de cualquier elemento de manipulación y especulación.
«Las personas naturales van a poder vender sus divisas en los bancos, en las casas de cambio del sistema bancario y financiero nacional, y eso implica hacerlo en un lugar seguro y con una tasa atractiva.
«También podrán comprar divisas, aunque dependerá de la existencia en el banco que, como principio, solo va a poner a la venta lo que recaude en compras».
Carbonell Karell precisó que, en esta etapa inicial, se mantiene el límite de comprar de hasta cien dólares estadounidenses por operación, por los mismos mecanismos actuales; y agregó que, en la medida en que vaya creciendo ese mercado, se irán abriendo nuevas sucursales en todo el país –hoy existen 41– que ofrezcan este servicio de compra-venta de efectivo, según la tasa del día que publicará en su sitio web el BCC.
«La propia consolidación del mercado irá determinando la flexibilización de estos controles», valoró.
–¿Qué va a pasar entonces con las tarjetas en moneda libremente convertible (MLC)?
–El sistema bancario y financiero mantiene su posición de que son cuentas en divisas que se mantendrán completamente operativas, como hasta el momento, y ahora, con la implementación del nuevo mecanismo de gestión, control y asignación de las divisas, se abre la posibilidad de que puedan recuperar su funcionalidad más rápidamente.
–¿Qué beneficios para las formas de gestión no estatal implica la inclusión en el Segmento III?
A partir de estas transformaciones cambiarias, la forma de gestión no estatal, que anteriormente no tenía un acceso legal a las divisas a través del mercado cambiario, para inversiones, para reaprovisionarse, ahora va a poder acceder a él, mediante solicitudes en sus bancos comerciales, y por medio de las cuentas bancarias que el nuevo mecanismo le permite crear.
«Ahora bien, la capacidad de compra de divisas que podrá tener una forma de gestión no estatal tendrá un límite de hasta un 50 % del promedio de ingresos brutos reflejados en la cuenta fiscal del último trimestre. Eso es un elemento positivo, pues no se consideró adecuado establecer una cuantía fija para los actores económicos, cuando entre ellos tienen diferentes niveles de actividad.
«También, si logran encadenamientos con cualquier otra entidad, como proveedores de bienes o servicios, pueden pactar una compra-venta directa de divisas», añadió.
Carbonell Karell resaltó cómo el requisito de operar desde los fondos registrados en la cuenta fiscal de la forma de gestión no estatal se irá alineando con los objetivos diseñados en el proceso de bancarización, el cual está concebido para que las operatorias sean transparentes y seguras, cursen por los canales del sistema bancario financiero, haya una mayor captación y control del efectivo circulante –hoy excesivo, generador de inflación–, y contribuya a evitar la evasión fiscal.
¿QUÉ ESPERAR?
Las autoridades bancarias consideran que el inicio de estas transformaciones significa un momento pivote en el manejo de la política monetaria y cambiaria del país, y sienta las bases para el cumplimiento de ese objetivo estratégico que es la unificación cambiaria y la desdolarización de la economía cubana.
Sin embargo, han dejado claro que tales transformaciones no son un fin, sino un instrumento para llegar al propósito deseado de estabilizar una macroeconomía que necesita, inevitablemente, de divisas para desarrollarse.
¿Qué estas implementaciones eliminarán de un golpe el mercado ilegal de divisas? Sería esta una conclusión inocente, sobre todo porque la consolidación del mercado cambiario oficial será gradual, en la medida en que los nuevos incentivos se reproduzcan en liquidez en divisas que satisfagan cada vez más necesidades. Claro, tampoco puede ignorarse la «creatividad» con que los tarifados enemigos de la soberanía cubana se reinventan para intentar frustrar cualquier estrategia de recuperación de la economía nacional.
Lo que sí está claro es que estos son pasos impostergables, pues para «enderezar» la economía hacen falta recursos, y aquí de lo que se trata, primero, es de crear condiciones favorables para atraer esos recursos (más ingresos en divisas desde el exterior) y, segundo, para crearlos aquí (producir más bienes y servicios); de modo que en la percepción del cubano, tan golpeado por prolongadas carencias, predomine la confianza de que las nuevas explicaciones y medidas se traducirán, por fin, en resultados que de verdad impacten en su calidad de vida.























