Echeverría mantuvo viva la memoria antimperialista de Guiteras

Memoria viva de José Antonio Echeverría
Memoria viva de  José Antonio Echeverría
Memoria viva de José Antonio Echeverría

José Antonio Echeverría, El Gordo, como le llamaban sus compañeros de universidad, está allí, esculpido sobre un pedestal, porque fajarse por la libertad de Cuba era delito. Defender los derechos del estudiantado, levantar una antorcha por Martí, honrar a los ocho estudiantes de Medicina asesinados en 1871 –de los crímenes que enlutan el alma–, y enfrentarse a las injusticias de la dictadura, era estar más cerca de la muerte. Pero la sangre señalaría el camino, así lo dijo.

Pensar como país: variaciones a una idea

En horas de la tarde del 8 de mayo de 1955, José Antonio Echeverría y Fructuoso Rodríguez, entre otros dirigentes de la FEU, habían estado en el Morrillo para rendir tributo a Antonio Guiteras y Carlos Aponte en el aniversario 20 de su caída.

El joven cardenense ya era, por entonces, la figura principal del movimiento estudiantil, y a los guardias de la tiranía les debió fastidiar que el Presidente de la FEU estuviera en Matanzas.

Pese al tenso ambiente y al alto número de policías ubicados en el lugar, no hubo pelea ni enfrentamientos en el obelisco que señala el sitio donde fueron ultimados los dos luchadores antimperialistas.

Sin contratiempos, José Antonio y sus compañeros depositaron la ofrenda floral que habían traído, y se dirigieron a la ciudad.

Cerca de las ocho de la noche, decenas de jóvenes, con José Antonio al frente, se congregaron en la escalinata del Instituto de Segunda Enseñanza, donde proseguiría el homenaje a Guiteras y Aponte, cuya memoria no dejarían morir entre el estudiantado.

El veterano revolucionario matancero, Justino Baró Isasi, testigo del episodio, relata que, al ver descender aparatosamente a varios policías de las perseguidoras, Echeverría guardó su reloj, el juego de plumas que portaba, y se remangó las mangas de la camisa.

El gesto era obvio: sentirse cómodo y dejar sus brazos más libres, señal que indicaba aprestarse a una pelea posible.

En la acalorada discusión, Alberto Triana Calvet, inspector jefe de la policía, conminó al líder estudiantil para que entregara los micrófonos y los altoparlantes que serían colocados en el recinto para la recordación. Nadie imaginaba el alcance del altercado. En medio de la verborrea arrogante del militar, y ante el asombro de los presentes, José Antonio estampó una bofetada a Triana Calvet.

A continuación, inició una riña tumultuaria que se extendió por varios minutos, rememora Baró Isasi. Detalla que, a puño limpio, los estudiantes repelieron la embestida de la fuerza policial batistiana.

Continuos disparos al aire dispersaron a los estudiantes, contó el ya desaparecido Rodolfo Navarro Blanco, participante en el suceso.

En el forcejeo, varios estudiantes resultaron heridos y José Antonio sufrió fractura en un brazo. Los lesionados fueron apresados y liberados luego, ante el reclamo mediante huelgas del alumnado.

El episodio tuvo amplia repercusión en medios locales y nacionales, afirma el doctor en Ciencias Históricas Arnaldo Jiménez de la Cal.

Dos años después, con 24 años, José Antonio Echeverría cayó en las acciones del 13 de marzo de 1957, dirigidas por él, que tomaron Radio Reloj y asaltaron el Palacio Presidencial.

Memoria viva de José Antonio Echeverría
Memoria viva de José Antonio Echeverría

Como Guiteras y Aponte, el líder estudiantil cardenense cayó en desigual combate. Ese día derrochó su bravura, sin miedo al peligro grave, como aquel 8 de mayo de 1955, cuando abofeteó al esbirro.

Memoria viva de José Antonio Echeverría
Memoria viva de José Antonio Echeverría

José Antonio Echeverría Bianchi

(Cárdenas, 16 de julio de 1932La Habana, 13 de marzo de 1957).

Dirigente estudiantil y revolucionario cubano, presidente de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) entre 1954 y 1957, fundador del Directorio Revolucionario (brazo armado de la FEU) y uno de los principales líderes opositores a la dictadura de Fulgencio Batista.

Firmó, junto a Fidel Castro, la Carta de México, que unía a la FEU y al Movimiento 26 de Julio en la liberación de Cuba.

Echeverría cayó en combate durante las acciones del 13 de marzo de 1957, que tenían como objetivo el ajusticiamiento del tirano en el Palacio Presidencial.

Acciones del 13 de marzo

Artículo Principal: Asalto al Palacio Presidencial Camión utilizado en el asalto al Palacio Presidencial.

La preparación de las acciones del 13 de marzo comenzó en enero de 1957, cuando tuvo lugar la primera reunión entre el Directorio Revolucionario y el grupo de Menelao Mora Morales. Después se perfilaron los detalles, se realizó el reclutamiento de los hombres, y se inició el acopio de armas.

Las operaciones estaban previstas de la siguiente forma: el asalto al Palacio Presidencial por un comando de 50 hombres con armas automáticas encargado del ajusticiamiento del tirano Fulgencio Batista; un grupo de apoyo de otros 100 entraría en acción posteriormente, y al mismo tiempo sería tomada la emisora Radio Reloj por Echeverría y 15 hombres, para difundir la noticia de la muerte del tirano. Este último destacamento ocuparía a continuación la Universidad de la Habana, donde se establecería el cuartel general.

Integraron la comisión militar de la acción Carlos Gutiérrez Menoyo (jefe), Faure Chomón Mediavilla (segundo) y Armando Pérez Prieto, encargado de vigilar e informar la presencia de Batista. El refuerzo disponía de fusiles y unas 10 ametralladoras calibre 30, 10 fusiles automáticos y una ametralladora calibre 50 montada sobre el eje de un camión. Este grupo debía controlar los edificios más altos, cercanos al Palacio, tales como Bellas Artes, una fábrica de tabacos y el Hotel Sevilla. Ellos emplazarían las ametralladoras y dispararían contra la guarnición palaciega situada en la azotea de la casa de gobierno.

La primera y tercera partes se llevaron a cabo, pero el segundo comando no llegó. Faltaron las órdenes precisas de los responsables a los involucrados para dirigirse a los objetivos señalados mientras un camión con el armamento necesario estaba estacionado cerca del lugar.

A las tres de la tarde del 13 de marzo de 1957, el auto de Carlos Gutiérrez abrió la caravana. Detrás iba un camión, con un letrero que decía Fast Delivery, seguido de otro auto. De la calle 17, en la zona residencial del Vedado, doblaron por O, Vapor, Espada, San Miguel, Campanario, Dragones (…) El camión iba casi ponchado.

En el interior del camión iban apretados los hombres, unos contra otros, en una oscuridad total y un asfixiante calor. Todos en mangas de camisa, menos Evelio Prieto. Pegados a la puerta, José Machado (Machadito) y Juan Pedro Carbó Serviá intercalaban chistes. Mario Casañas acariciaba su arma y le decía bajito a Manuel Gómez Sartorio: «Ahora sí, ahora sí».

En el edificio Radiocentro, en los estudios de Radio Reloj, José Antonio Echeverría se apoderaba de los micrófonos: Disparos sobre el máster de CMQ realizados por Echeverría durante su retirada. !Pueblo de Cuba!
En estos momentos acaba de ser ajusticiado revolucionariamente el dictador Fulgencio Batista.

En su propia madriguera del Palacio Presidencial, el pueblo de Cuba ha ido a ajustarle cuentas.
Y somos nosotros, el Directorio Revolucionario, los que en nombre de la Revolución Cubana hemos dado el tiro de gracia a este régimen de oprobio.
Cubanos que me escuchan: !acaba de ser eliminado…!
[10]

En lo que se considera su testamento político, fechado aquel mismo día, José Antonio Echeverría, líder del Directorio Revolucionario, expresaba: Si caemos, que nuestra sangre señale el camino de la libertad. Porque, tenga o no, nuestra acción el éxito que esperamos, la conmoción que originará nos hará adelantar en la senda del triunfo.[11]

Muerte

Tras la toma de la emisora Radio Reloj, José Antonio Echeverría se dirigió a la Universidad de La Habana. El automóvil en que viajaba resultó interceptado por un vehículo policíaco a un costado del recinto universitario. Se entablaron en combate.

El Gordo cayó como un valiente. Con desprecio absoluto de su vida avanzó sobre una perseguidora y les disparó por la ventanilla. Cayó al suelo y volvió a pararse sobre sus rodillas y sacando un revólver (que le había quitado a un soldado) volvió a tirar por la ventanilla para dentro: en ese momento una ráfaga de ametralladora lo remató.
Fructuoso Rodríguez, uno de sus compañeros más allegados

Naty Revuelta, amiga del líder estudiantil, cuenta sus recuerdos de ese día: El 13 de marzo fue un día imborrable.

A casa avisaron, en medio de la incertidumbre del momento, que por añadidura habían asesinado a Pelayo Cuervo, amigo entrañable. Tan pronto nos avisaron, mi madre y yo fuimos para la funeraria de Zapata y 2.

No faltaban, por supuesto, policías vestidos de civil a la caza de posibles visitas de luchadores perseguidos que se dejaran llevar por sentimientos lógicos, lo que resultaría peligrosísimo en esos momentos. Reinaba un ambiente mezcla de tragedia e indignación.

Las flores de las Martianas me mantenían atenta a la puerta. Por fin llegaron. En eso alguien me dijo que acababan de traer otro cadáver y estaba en los altos. Dejé las flores en un rincón.

Subí y vi sin ropa, tendido en una camilla, a José Antonio Echeverría. Estaba blanco como el mármol. Aún no había nadie con él. Bajé, tomé las flores y lo cubrí con ellas.
Naty Revuelta, amiga del líder estudiantil

Entierro

Monumento dedicado a José Antonio Echeverría

Para evitar un entierro público y las manifestaciones populares, el régimen batistiano retuvo el cadáver en la morgue hasta horas de la tarde del día 14 de marzo. Fue entonces que entregaron el cuerpo a la familia, que ya estaba en La Habana desde el propio día de la muerte de Echeverría.

Cerca de las seis de la tarde autorizaron el traslado del féretro hacia Cárdenas, pero con dos condiciones: sólo el auto de los padres podía acompañar al carro fúnebre. El resto del cortejo debía partir de inmediato y esperar en la Calzada de Managua. Como segunda condición se planteó llevar el ataúd directamente al cementerio de Cárdenas.

El cortejo fúnebre fue detenido y revisado en varias ocasiones y al llegar a la Calzada se le ordenó adelantarse hasta el cementerio. La necrópolis estaba rodeada por policías y agentes del Servicio de Inteligencia Militar, uno de los cuerpos represivos de la dictadura, que procedieron a registrar autos y personas por orden del capitán Alzugaray, jefe de la policía de la zona, y quien por sus crímenes sería fusilado tras el triunfo de la Revolución cubana.

Ecured

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