cortesìa: Mercedes Acosta Fornaris
Madre querida con tantas palabras que, a diario uso, hoy no encuentro las mejores para decirte cuánto te quiero, cuánto quisiera abrazarte y volver a sentarme en tus piernas, escuchar de cerca tu corazón y sentirme protegida por tu inmenso amor.
De Cuba a todas las Madres
Han pasado casi 20 años de tu partida y aun muchas veces me confundo, pienso que estás y corro desde donde estoy para comentarte mis cosas o acontecimientos del día y presumo tu respuesta. Entonces despierto de mi confusión y aunque no te veo siento tu presencia.
Hoy prefiero dejarme envolver por mis sueños y decirte, como si estuvieras, que puedes seguir orgullosa de tus hijos, porque continúan firmes y leales al lado de la Patria. También te cuento que mis hijos, los dos nietos, que me ayudaste a formar, son profesionales destacados e íntegros en su conducta y consecuentes con los ideales, que tu y mi papá me inculcaron.
Madres cubanas
Nunca podré olvidar aquellas historias que me contraste cuando vivíamos en la miseria, que se comía mucha harina de maíz con sal y de tus famosas sopas aclamadas por toda la familia. Supe también que en esa casa donde nací, con el auxilio de una comadrona, era de madera llena de huecos, con piso de cemento y tierra, y compuesta por solo dos cuartos, convivimos mis cuatro hermanos y yo. Ah, y hubo momentos de larga estancia de tus hermanas y sus hijos, porque no tenían donde vivir.
Lo que puede un huerto familiar santiaguero donde hubo un basurero
No olvido tampoco tu sufrimiento porque uno de mis hermanos era perseguido por los esbirros de la dictadura batistiana por su participación en la lucha clandestina. Y luego cuando triunfó la Revolución, y eso sí lo recuerdo, tu y mi papá se abrazaron y hubo lágrimas de alegría. Sucede que ese primero de enero liberaron a mi hermano del Cuartel Moncada, donde lo iban a fusilar, ya que días antes lo habían cogido al bajar de la Sierra Maestra a una misión. Ese día o quizás el siguiente el Sol fue cómplice de la felicidad del pueblo, porque, a pesar de mis pocos años, emitía una luz rojiza brillante.
Madre han sucedido muchas cosas. Pasamos por una terrible pandemia y gracias a la Salud cubana, logramos vencerla con vacunas creadas por nuestros científicos; han ocurrido desastres naturales, derrumbes, incendios y a la par el imperio norteamericano ha recrudecido el bloqueo. Hoy no estás para ver la difícil situación que viven los cubanos y algunos otros, alentados por los cantos de sirena, han ido a cobijarse en el seno de los mismos que nos quieren exterminar. Pero la inmensa mayoría resiste por su natural condición de ser fieles a la historia.
Madre, siempre estás
Mamá se que aunque hoy no pueda tocarte, ni apretujarte como acostumbraba, no voy a llorar, por que estás y me sigues acompañando en todos mis empeños. Seguiremos tu ejemplo de guerrera indomable en defensa de nuestra obra. Confieso que siempre siento tu presencia ante las angustias y los éxitos. Madre te amo.
An Open Code for the Benefit of Cuban Families
Día de las Madres, cada amanecer Mamá
En el hogar, la madre amanece. Como el revuelo de un ave son sus más tempranos pasos. Junto al olor del café florecen sus pensamientos. «Otro día de batalla», se dice. Y a emprenderlo se dispone.
Ella puede ser la doctora de la familia, a la que se le han sumado más frentes de salud que los habituales; o la seño del círculo, donde están los pequeños cuyas madres, a su vez, son puntales en otros centros; o la maestra que debe comprobar, casa por casa, cómo están trabajando sus niños desde las orientaciones televisivas que procuran mantener viva la chispa del conocimiento; o la trabajadora comercial que vende productos en algún establecimiento.