Por: Gladys Leidys Ramos
Los meses de verano en Cuba generalmente tienden a disparar los consumos de energía, sobre todo porque la mayoría de los miembros de la familia se encuentran en casa, y es allí donde crece el empleo diario de electricidad. No obstante, este agosto ha sido diferente.
Los 39 620 megawatt hora (MWH) consumidos de más en Cuba, se deben en gran parte a los sobregiros de los organismos estatales, por lo que el Consejo Energético Nacional y cada uno de los territorios trabajan para enrumbar el uso real de energía a lo planificado, antes de que concluya el mes.
Si bien el análisis en la más reciente sesión de este órgano se centró en lo que hace cada región para que las entidades se adecuen a lo previsto, Tatiana Amarán Bogachova, viceministra de Energía y Minas, alertó la poca probabilidad de que se logre; aun cuando reconoció que, en varias provincias, como Granma, son efectivas acciones en tal propósito.
Rubén Cid Carbonell, viceministro primero del ramo, comparó cómo, por ejemplo, se venció el problema de trasladar los altos consumos fuera de los horarios picos (hasta el día 18 de agosto esas demandas se cumplen, con 76 MWH en el horario del mediodía y 121 MWH en el nocturno por debajo de lo calculado); mas, el imperativo que hoy requiere respuesta urgente es lograr reducir el uso de energía eléctrica.
La solución fácil –coincidieron los miembros del Consejo– sería cortar el servicio a las instituciones estatales sobregiradas, pero no es la correcta.
La medida de las autoridades del sector energético nunca será interrumpir la corriente eléctrica de un centro y paralizar sus producciones, pero la retribución es hacer uso de la autolectura diaria, ahorrar al máximo en las áreas donde sea posible, e incluso, responder con efectividad en sus propios resultados económicos.
Otras condiciones igual de palpables que amenazan a este archipiélago, como las constantes restricciones del bloqueo económico estadounidense, sumado a la contracción económica mundial producto de la pandemia, de la que Cuba no escapa, hacen que la solución más viable esté en las manos de cada centro.
La racionalidad en el uso de la electricidad, además de la eficiencia, son claves para continuar produciendo, y de esa forma contrarrestar los efectos que las actuales circunstancias generan sobre el bienestar económico de todo el pueblo.