Por: Betty Beatón Ruíz
Código de amplios derechos- Con amplia participación de vecinos e intervenciones diversas se desarrolló en el Consejo Popular Altamira de la ciudad de Santiago de Cuba, una de las primeras reuniones de consulta del Proyecto del Código de las Familias.
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Luego de entonar las notas del Himno Nacional, integrantes de la Comisión Electoral de Circunscripción presentaron a miembros de la Unión de Juristas de Cuba, quienes con argumentos diversos comentaron detalles en torno a cada uno de los Títulos y Capítulos de la norma jurídica, que desde febrero y hasta abril se somete a consulta.
Distintas cuestiones fueron comentadas o inquiridas por parte de los presentes, entre las primeras estuvo la responsabilidad parental, y entre las segundas lo referido al matrimonio.
Consulta popular Código de las Familias, oportunidad para fortalecer diálogo social (+ Video)
Rafaela Irene Isaac Bejerano ponderó las amplias posibilidades y las novedades que regula el Código acerca de la responsabilidad parental: “por ejemplo, hay muchos barrios de nuestro Consejo donde padres de menores de edad están fuera del país por diversas razones y los pequeños quedan al cuidado de otro pariente sin un respaldo legal, que ahora sí aparece recogido en la nueva propuesta.
“Es muy justo eso, es muy favorable para las familias, da tranquilidad, reconforta, como mismo pasa con otras cuestiones que se norman en esta Ley”.
Por otro lado, Dalia Gener Quintana habló de lo que se regula acerca del matrimonio y todas las novedades al respecto: “estamos ante un documento que da derechos, que los amplía, que los maximiza”.
Otros presentes reconocieron la necesidad de esto que se somete a consulta popular en tanto la vida misma superó lo contenido en el Código vigente, y ha sido con apego a una sociedad dialéctica, en evolución y con un desarrollo socioeconómico que demanda de normas jurídicas atemperadas a la contemporaneidad.
Santiago de Cuba lista para iniciar hoy consultas populares del Proyecto del Código de las Familias
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Un Código de las Familias enaltecedor de nuestra Constitución (I parte) (+ Video)
Imagen: Santiago Romero Chang
Proyecto de Código de las Familias en Cuba- Se trata de diseñar un cuerpo normativo a la medida de la sociedad cubana de estos tiempos. Una norma que refleje el atlas de la geografía sociofamiliar de Cuba, en la que se incluyan los derechos de todos los actores familiares.
La aprobación de un Código de las Familias en Cuba se convierte en una necesidad sentida y soñada por muchos. Lograr el justo equilibrio entre el proyecto de vida de cada persona a partir de su autonomía y el libre desarrollo de la personalidad y el proyecto de vida familiar en común, es uno de los cometidos que ha emprendido el nuevo Código de las Familias de Cuba que –en fase aún de construcción– en breve será sometido a consulta popular en todo el país.
Disponible el texto del Proyecto de Ley del Código de las Familias que se someterá a consulta popular (+PDF y Video)
Se trata de lograr normas concebidas con un profundo sentido ético y con vocación de pluralidad, desde perfiles cada vez más inclusivos. Para ello se ha hecho necesario, entonces, erigir un Código desde los afectos, sobre la base del respeto a la diferencia y la visibilización de los sectores más vulnerables en el orden familiar.
No hay duda de que el Derecho de las familias se debe proponer garantizar los derechos a todas las personas, cualquiera sea la estructura o forma de organización por la que han apostado en su afán de formar una familia, de modo que sean preservados valores como el respeto mutuo, la lealtad, la solidaridad, la asistencia recíproca, así como el afecto entre sus miembros para que no deje de ser la familia una entidad moral, reconocida eso sí, de naturaleza plural, que posee un único objetivo: hacer felices a aquellos que la componen.
Se trata de diseñar un cuerpo normativo a la medida de la sociedad cubana de estos tiempos. Una norma que refleje el atlas de la geografía sociofamiliar de Cuba, en la que se incluyan los derechos de todos los actores familiares. El proyecto busca reconocer derechos a los sectores vulnerables de la sociedad, que muchas veces han pasado inadvertidos a los ojos del legislador. Así, las niñas, los niños y los adolescentes, reflejados en las normas como lo que son: sujetos de derecho, con posibilidad de su ejercicio, ya sea por sí mismos o a través de sus padres, madres y tutores, pero en todo caso, sobre la base del respeto a su autonomía progresiva, en tanto son personas en formación.
Con la autonomía progresiva se busca potenciar la toma de decisiones, la asunción de responsabilidades y el ejercicio de derechos en la medida en que puedan formarse un juicio propio. De este modo, a la vez que sus competencias son mayores, irá disminuyendo la necesidad de ser representados por sus padres y madres. No se trata de innovar, sino de recepcionar en el Derecho cubano los principios ya reconocidos –y aplicados por décadas por los tribunales del país–, de la Convención internacional sobre los derechos del niño.
En la medida en que evolucionan sus facultades intelectuales y su madurez sicológica, va mermando el protagonismo de padres, madres y tutores en la vida de estos, no por imposición del Derecho, sino como consecuencia del propio decursar de la vida. Ello, unido a la escucha de su parecer, como criterio a tener en cuenta, si bien no con valor decisorio por las autoridades que conozcan asuntos, donde se involucren intereses que les son propios. Será el interés superior de estos, la brújula que oriente tales decisiones.
Pero de la misma manera que el proyecto mira hacia el horizonte, pensando en las niñas, los niños y los adolescentes como aquellos que construirán la sociedad cubana del futuro, tal mirada debe proyectarse también hacia aquellos que un día edificaron la sociedad que hoy vivimos, hacia los que forjaron las familias en las que hoy nos refugiamos.
Una sociedad que envejece debe rendir tributo y respeto –desde el Derecho– a las canas. Reconocer los derechos de las personas adultas mayores, de los abuelos y abuelas, de quienes han transmitido valores, tradiciones, costumbres, han forjado la identidad familiar y han sido artífices de la labor de cuidado de las generaciones más jóvenes, es expresión de altos valores, de lealtad, de respeto a quienes nos han precedido. Se trata de una deuda que el Derecho familiar tiene hacia ellos. Reconocer derechos que potencien su autonomía, su poder de decisión, su inclusión familiar y social, su esparcimiento, la necesaria comunicación familiar, es una conquista de la nueva norma que ha de ser apoyada.
Tampoco puede perderse de vista que la sociedad cubana es una sociedad envejecida, lo cual supone no solo el aumento exponencial de personas adultas mayores, sino también de la labor de cuidado y con ello del número de personas cuidadoras. Si bien la necesidad de cuidados no es un fenómeno nuevo en cuanto siempre han existido personas requirentes de ellos, la convergencia de diferentes factores como son, entre otros, el envejecimiento demográfico, el aumento de la esperanza de vida y los cambios en la estructura familiar, han propiciado que se convierta en un fenómeno que necesita respuestas urgentes, entre otros ámbitos, desde el jurídico. La persona en situación de cuidado requiere recibir una asistencia por parte de otros durante un periodo prolongado. No puede perderse de vista que las enfermedades crónicas y las discapacidades pueden ir acompañadas de limitaciones funcionales y cognitivas que resultan en la imposibilidad de realizar, o dificultades para realizar las actividades de la vida diaria, necesarias para el cuidado personal, o las actividades instrumentales de la vida diaria, requeridas para una vida independiente.
Reconocer los derechos de los cuidadores familiares también es una misión ingente del legislador. Se trata de lograr un equilibrio; por un lado, el derecho que tiene toda persona al cuidado y, por el otro, el de quien, renunciando a sus potencialidades, realiza una labor de entrega en la atención de sus familiares, dejando atrás los sueños que acarició para sí. Compete, entonces, al Derecho ofrecer garantías a los cuidadores en el desempeño de su noble misión.