Este domingo fue la bienvenida oficial al nuevo AÑO LUNAR CHINO desde Santiago de Cuba, en acto provincial celebrado en la plaza Aguilera, en el centro histórico de la ciudad de más de 508 años de fundada y que acogió desde finales del siglo XIX la primera inmigración forzada de culíes procedentes del lejano puerto de Among
Desde la Plaza de Marte, otrora campo de entrenamiento militar de los colonialistas españoles, partió bien temprano la marcha de una representación de familias chinas hacia la explanada de Aguilera, en el entorno del parque histórico Dolores; allí se congregaron practicantes de Tai Chi por la Escuela Cubana de Wushu Qigong y no pocos activistas, profesores de artes marciales e integrantes de la Sociedad Ming Ching Tang.
Aquí existen intenciones por el rescate de la cultura China en Santiago de Cuba, otrora plaza principal de inmigrantes cantoneses en el oriente cubano, se busca concertaciones con el gobierno para la conservación de la Asociación y su entorno, los nexos perdidos, la historia de los paisas quienes lucharon aquí por Cuba Libre y Soberana y dejaron huellas en la ciencia, el arte, la economía, la medicina, en fin, en la integración nacional.
Celebran en Santiago de Cuba inicio del Año Lunar Chino
Se estima que entre 1847 y 1874 llegaron los primeros chinos a Cuba, provenientes de Hong Kong, Macao y Taiwán, los llamados culíes eran contratados para trabajar en las plantaciones de café y caña.
Aunque se embarcaban hacia la Isla con sueño de enriquecerse, trabajaban en condiciones de semiesclavitud y recibían cuatro pesos mensuales por una jornada de ocho horas diarias.
Los chinos firmaban documentos que los obligaban a servir durante ocho años y al finalizar sus contratos se quedaban a trabajar en los campos o se asentaban en las ciudades. De esta manera aplicaron en disímiles oficios de la industria, el comercio, los servicios, la agricultura y las construcciones.
Desde 1869 y hasta la primera mitad del siglo XX, una oleada de los llamados chinos californianos, se unió a los sobrevivientes de los viejos chinos culíes. A diferencia de los culíes, llegados directamente desde Asia, estos provenían de California, Estados Unidos, desde donde migraban por las leyes racistas y con la idea de establecer mercados y negocios.
Celebran en Santiago de Cuba Nuevo Año Lunar Chino
Con la llegada de los chinos californianos se inició un proceso de auge y expansión de la comunidad china, sobre todo en la principal zona de asentamiento: el Barrio Chino de La Habana, que actualmente abarca desde las calles Escobar a Galeano y de San José a Reina, en el municipio de Centro Habana, donde comenzaron a establecer comercios de todo tipo, convirtiéndose en una céntrica zona estratégicamente situada desde el punto de vista comercial.
Los primeros negocios y las casas de comida china tuvieron un éxito inmediato entre los habaneros. Así se llenó la zona de puestos en los que se ofrecían frituras, chicharrones y frutas. Luego se sumaron otros como las quincallas y los trenes de lavado.
Se organizaban en sociedades llamadas de instrucción y recreo, donde se agrupaban por apellidos y regiones de procedencia, tales como Chang-Weng-Chun-Hong y el Chi-Kong Tong, y que servían de apoyo a los chinos que no tenían familiares en Cuba.
Existían otras asociaciones de carácter comercial como la Cámara de Comercio, radicada en la calle Reina, entre Manrique y San Nicolás; la Unión de Detallistas del Comercio y la Wha Tin Yi Kuan Con Hui, Asociación de Lavanderías Chinas, que agrupó a más de 250. Además contaban con el Banco de China, que llegó a manejar cerca de dos millones de pesos.
Hacia 1920 ya se había convertido en el barrio asiático más grande de Latinoamérica. Pero todo ese esplendor, principalmente en la década de los cincuenta del siglo XX, vino acompañado también de mucha corrupción y negocios ilegales.
El sistema de salud consistía en un centro de consultas y laboratorio en el mismo barrio y las farmacias chinas, que vendían una extensa variedad de remedios naturales provenientes de Asia.
La estancia en La Habana de esta población, significó la entrada también de su cultura, religión y tradiciones.
En 1958 la comunidad china de La Habana contaba con cuatro cines distribuidos por todo el barrio. Uno de ellos, el Águila de Oro, ofrecía funciones de teatro para piezas de ópera china.
Las sociedades culturales y deportivas tuvieron gran relevancia, destacándose las artes marciales de origen chino, entre ellas la danza del león y el dragón, rescatadas por la escuela de Wushu.
La comunidad china no tuvo su presencia próspera en la televisión nacional, pero en la radio, a partir de 1930, algunas emisoras divulgaban la música china y, después de 1940, tres emisoras trasmitían ópera china y un noticiero en lengua cantonesa.
Existieron tres diarios chinos independientes: Wah Man Sion Po (Comercial), Man Sen Yat Po (Nacionalista – Kou Ming Tang) y Hoy Men Kun Po (de noticias e información general).
El cementerio chino, ubicado en la actual Avenida 26 del reparto Nuevo Vedado, consistía el descanso para quienes terminaban sus días tan lejos de su origen.
Después de 1959, gran parte de esta población emigró hacia Estados Unidos o a su país de origen, y poco a poco, sus costumbres, fueron quedando adormiladas. No es hasta la década de 1990, cuando un fuerte proceso de recuperación de las tradiciones revivió el espíritu del Barrio Chino, gracias al grupo promotor de la comunidad.
En un inicio, los chinos se mantuvieron fieles a sus costumbres, celebrando matrimonios entre ellos mismos, pero cuando muchos comenzaron a emigrar, los orientales que se quedaron se casaron con cubanos.
Instituto Confucio, un puente entre Cuba y China
El Instituto Confucio de la Universidad de La Habana se inaugura el 30 de noviembre de 2009, en sus inicios radicaba en aulas del Estadio Universitario Juan Abrantes (SEDER). Como primera institución de su tipo en el país, persiguió el objetivo de preparar a los cubanos para poder comunicarse en idioma chino.
En ese entonces el gigante asiático era nuestro segundo socio comercial. Luego, las relaciones políticas y económicas entre Cuba y China continuaron fortaleciéndose. Ante estas circunstancias surge de la necesidad de ubicar la escuela en un espacio propio, que le permitiera convertirse en más que un colegio; así se traslada hacia su actual sede en San Nicolás y Zanja.
“En el 2015 se inaugura aquí, pensando en aportar a la vida del Barrio Chino, que era esencialmente un barrio comercial. Ofrecería a la comunidad una vía para aprender la lengua y además fomentaría el rescate de la cultura china que tanto se había perdido”, expresó la directora del Instituto, Yorbelis Rosell León.
Desde la institución se rescatan tradiciones de la idiosincrasia oriental. Entre sus festejos se encuentran: la fiesta de la primavera, por la despedida y recibimiento de año; la fiesta del medio otoño, que potencia los valores familiares, la unión y la cooperación. Además, celebran la creación de los institutos Confucio cada 27 de septiembre.
“Era necesario formar personas capaces de hacer un puente, y es lo que hace nuestro Instituto. Un puente, no solo lingüístico, si no también cultural, entre Cuba y China”, explicó Yorbelis Rosell.
Existe una estrecha relación de todas las asociaciones que conviven en el barrio. La directora del Instituto comenta que ellos también participan en actividades y espacios con la Escuela Cubana de Wushu. “Se podría decir que compartimos estudiantes, pues casi todos los que estudian allá luego vienen a aprender chino, y viceversa”.
“La Casa de Artes y Tradiciones se creó para potenciar la cultura y allí tenemos aulas de chino para niños de 7 a 14 años. Participamos en todas las actividades de la casa y ellos en las del Instituto” dijo Yorbelis Robell.
Los profesores del colegio ayudan en la traducción de los textos del Periódico del Barrio Chino. El instituto también participa en la Feria del Libro. Se dan conferencias en el Instituto con especialistas de la Casa de Artes y Tradiciones, de la Escuela Cubana de Wushu, del Casino Shung Wua, de la Mi Ching Tang.
“Nosotros somos parte del barrio. Aquí no hay nadie que predomine sobre la vida del otro. No podemos decir que hay un jefe, sino el deseo de trabajar por la divulgación de una cultura que es parte del Patrimonio Intangible de la Cultura Cubana.
“La vida que tiene este Barrio Chino lo distingue de otros. Aquí no predomina tanto la parte comercial, sino la cultural”, expresó la directora del Instituto Confucio.
El Casino Shun Wua representa al resto de las Sociedades Chinas. Festejan fechas cubanas, invitan a las instituciones y a la comunidad del barrio. “La idea no es competir es colaborar. Las distintas instituciones nos organizamos para no coincidir en actividades”, refirió Yorbelis Rosell.
Se pretende montar un círculo de interés para los estudiantes de enseñanza preuniversitaria, además de un aula de chino en la Galería Flora Fong, quien luego expondrá en homenaje al décimo aniversario del Instituto Confucio.
Sobre la actual apariencia del Barrio Chino, Yorbelis Rosell comenta que ha contribuido a consolidar los lazos de colaboración entre sus moradores. “Rescatamos el cuchillo y el barrio se ve hermoso. Ahora nos toca rescatar más elementos de la cultura”.