Un Baraguá en nuestra resistencia

Acto Político homenaje por los 144 años de la Protesta de Baraguá
La Invasión mambisa desde Mangos de Baraguá cumplió 125 años
Baraguá- « ¡Guarde usted ese documento, no queremos saber nada de él», ripostó como un rayo el general Antonio Maceo

Portada: Santiago Romero Chang
Baraguá- En cada intento les aparece un Baraguá, que no es un punto en este archipiélago, sino un país todo; una voz que tampoco es la de un hombre, sino de un pueblo entero: ¡Guarde usted esa farsa, «no nos entendemos»!

Baraguá, marzo 15, 1878. Cara a cara se vieron la sombra y la luz bajo aquellos mangos de Baraguá «baratos» –soñados así por un forastero con grado de general– que llegó al sitio para cogerlos «bajitos», como lo hizo antes en México, Marruecos, y en su propia España, frente a la llamada «resistencia carlista» de Cataluña y Navarra; contiendas todas de las que, con ayuda de sobornos, intrigas, fusilería y discursos edulcorados, su sable colonizador emergió victorioso; smart power (poder inteligente) le llaman hoy a esa doctrina.

Astuto sin dudas, en Baraguá Arsenio Martínez Campos comprendió que no lograría una victoria militar sobre las huestes mambisas cubanas. Entonces optó por el smart power ibérico, receta de la que tan buenos dividendos había obtenido en otras geografías. Pensaba que la estratagema funcionaría en la Isla, que en Baraguá se repetiría la doblez de un poco más de 30 días antes en el Zanjón, que bastaría con halagos y un discursito de falsa apariencia.

«Basta de sacrificios y de sangre; bastante han hecho ustedes asombrando al mundo con su tenacidad y decisión», elogió Martínez Campos en Baraguá, tras ponderar el valor y la juventud de un joven de 32 años, que desde el bando insurrecto lo miraba en aparente calma.

Acto Político homenaje por los 144 años de la Protesta de Baraguá
Acto Político homenaje a la Protesta de Baraguá

Sucedió en Baraguá : «Ha llegado el momento de que nuestras diferencias tengan término y, cubanos y españoles, nos propongamos levantar a este país de la postración en que diez años de cruda guerra lo han sumido», prosiguió el astuto gendarme colonialista, mientras su mano se extendía con el documento de la enmascarada claudicación de los patriotas.

Entonces en Baraguá se hizo la luz que oscureció su esperanza: « ¡Guarde usted ese documento, no queremos saber nada de él», ripostó como un rayo el general mambí. Y a una pregunta del «pacificador» desconcertado, el tajante no: «No nos entendemos», ripostó más enfático Antonio Maceo.

Después de eso, y hasta hoy, las horas de peligro para Cuba no han sido pocas; y en ninguna faltaron arribistas, plattistas, anexionistas, zanjoneros que, en busca de fama, plata y comodidad, cumplen la orden de calumniar a la patria, la venden, y hasta piden para ella una agresión.

Pobres. En cada intento les aparece un Baraguá, que no es un punto en este archipiélago, sino un país todo; una voz que tampoco es la de un hombre, sino de un pueblo entero: ¡Guarde usted esa farsa, «no nos entendemos»!

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Un Baraguá en nuestra resistencia

Autor: José LLamos Camejo | internet@granma.cu

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Antonio Maceo Grajales
Antonio Maceo Grajales, protagonista de la Protesta de Baraguá

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Preparativos de la Protesta de Baraguá

Maceo, que en enero de 1877 había sido ascendido a mayor general y repuesto ya de las graves heridas recibidas el 6 de agosto de ese propio año, en el combate de Mangos de Mejías (ocho en total, cuatro de ellas en el pecho), se incorpora de nuevo a la guerra.


Las victorias resonantes en Florida, Llanada de Juan Mulato y San Ulpiano en enero y febrero de 1878, le reconfortan por el tiempo perdido en la convalecencia.


Desconocedor de lo que sucedía en Camagüey y Las Villas va en busca de su médico y amigo fraternal, el doctor Félix Figueredo, para comentar los rumores que circulaban de conferencias y tratos con los españoles, en los que no creía.


El doctor Figueredo le dio un amplio informe de las noticias que había recibido.


A una pregunta directa de Maceo sobre la actuación del generalísimo Máximo Gómez, Figueredo contestó que no podía responder más que de sí mismo. Maceo, al oír todo lo que se había dicho de los jefes de la Revolución que aceptaron el convenio con los españoles, se alejó visiblemente disgustado, sin despedirse del amigo.


Hay que tener en cuenta que los cuchicheos también fueron coreados por informaciones aparecidas en periódicos cubanos editados en Nueva York.

Estos publicaron que los jefes mambises rendidos a Arsenio Martínez Campos habían sido comprados del modo más abyecto posible, lo que aprovecharon algunos enemigos del general Gómez para mentir sobre él, argumentando que era del grupo de los sobornados.


La verdad histórica es que, si bien es cierto que Martínez Campos fue pródigo con los traidores en las filas cubanas, es totalmente válido que Máximo Gómez permaneció apartado de las negociaciones y no recibió ni una sola peseta de los españoles.


El 18 de febrero de 1878, en Pinar Redondo, se entrevistaron Gómez y Maceo. Era el momento esperado por el primero para informar al segundo todo lo ocurrido en Camagüey y dar el adiós a la heroica madre de la familia Maceo, a su comadre Mariana Grajales.


Allí conoció de la postura de Maceo en cuanto a no aceptar lo proclamado en el Pacto del Zanjón y su disposición a continuar la lucha.


Se enteró también del objetivo del Titán de celebrar una entrevista con Martínez Campos para pedirle una suspensión de hostilidades que le permitiera organizarse; Comprendí la idea aviesa de Maceo para darle un buen golpe al enemigo, y le alenté en la empresa.
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