Por: Oni Acosta Llerena
Portada: Santiago Romero Chang.
Harold Gramatges, 105 años después.- El santiaguero Gramatges fue un hombre de vastísima visión integral sobre la música y el arte, enraizado a varios movimientos de las diferentes vanguardias estilísticas del siglo XX.
En días recientes recordamos a uno de los más significativos músicos de nuestro país: Harold Gramatges. Su natalicio 105 (Santiago de Cuba, 26 de septiembre de 1918) le hizo casi coincidir con los 120 años de creado el Conservatorio Amadeo Roldán, anteriormente llamado Conservatorio Municipal de La Habana, recinto que tuvo una incidencia directa en su formación musical por motivos casi cabalísticos: allí fue discípulo de Roldán, de José Ardévol y, además, estuvo muy ligado a su labor pedagógica durante varios años.
Gramatges fue un hombre de vastísima visión integral sobre la música y el arte, enraizado a varios movimientos que, sobre los ejes iniciáticos de las diferentes vanguardias estilísticas ocurridas en el siglo XX, tuvieron una fecunda fertilidad en él. El mero hecho de haber sido alumno directo de los mencionados Roldán y Ardévol, así como del norteamericano Aaron Copland, o de haberse integrado al Grupo de Renovación Musical en 1943, son atisbos de su sólida personalidad artística.
Si bien las tendencias que se respiraban en París o Moscú sobre la ruptura del convencionalismo morfológico musical de finales del XIX daban paso a un grupo importante de figuras en Europa, en el Caribe ya iban gestándose, casi a la par, varios compositores que, bajo influencias directas de aquellos y las vanguardias en Estados Unidos, no quedarían detrás en tales temáticas. Gramatges fue uno de ellos, sin duda alguna, sobre todo por su temprana comprensión de los nuevos lenguajes expresivos que, muy pronto, serían considerados y legitimados por la casi totalidad de músicos de aquellos momentos.
Su estilo de transgresión sonora, de constante experimentación tímbrica con base profunda en el desmontaje de las maneras convencionales de hilvanar secuencias armónicas, y su lúdico concepto rítmico, hicieron rápidamente que fuera considerado un futurista y un renovador. En ese lapso habría que mencionar su matriz política, su apego a movimientos artísticos en la Cuba republicana (los anteriores mencionados), a la Sociedad Cultural Nuestro Tiempo, de la cual fue su presidente, además de contar con invaluables músicos como Juan Blanco, Nilo Rodríguez, Edgardo Martín, Argeliers León, Manuel Duchesne Cuzán entre otros intelectuales y artistas cubanos.
Pero lo que pocos conocen o no se ha divulgado ampliamente es que el nacimiento de esta Sociedad, en 1951, fue una idea del Partido Socialista Popular, el cual unió a los intelectuales de izquierda con la idea de poder estudiar las raíces de nuestra cultura y el aprendizaje del marxismo. Quizá por esa vocación de hondo humanismo que practicó siempre, Gramatges donaría en 1996, a la cultura nacional, el dinero obtenido como parte del Premio Iberoamericano de Música Tomás Luis de Victoria en su primera edición, además de muchos actos de notable altruismo en los diferentes momentos de su vida pedagógica y profesional.
Su producción creativa sigue siendo osada e irreverente, y abarca obras para pequeño y mediano formato, piano, voz, coro e inimaginables combinaciones instrumentales, las cuales podemos disfrutar gracias a producciones discográficas de artistas como las maestras Conchita Franqui, Marita Rodríguez, el Coro Exaudi y más.
| Gramatges fue un hombre de vastísima visión integral sobre la música y el arte, enraizado a varios movimientos que, sobre los ejes iniciáticos de las diferentes vanguardias estilísticas ocurridas en el siglo XX, tuvieron una fecunda fertilidad en él. |
