Mariana Grajales a 127 años de su deceso

Mariana Grajales Cuello

Audio: Betty Beatón Ruíz
Mariana Grajales, Mujer, Mambisa, Cubana, Madre Patria, palma erguida, orgullo de Cuba, tan virtuoso tronco cargado de leyendas, de amores y desvelos en la manigua mambisa, que vuelve floreciendo Marianas de luminosas hazañas en azarosos tiempos, a la par del hombre que la contempla y admira con el corazón a galope.

Homenaje a Mariana Grajales en el cementerio de Santa Ifigenia de Santiago de Cuba.
Homenaje a Mariana Grajales en el cementerio de Santa Ifigenia de Santiago de Cuba.

Santiago de Cuba.–Madre Patria, palma erguida, orgullo de Cuba, tan virtuoso tronco cargado de leyendas, de amores y desvelos en la manigua mambisa, que vuelve floreciendo Marianas de luminosas hazañas en azarosos tiempos, a la par del hombre que la contempla y admira con el corazón a galope.

Centenaria una bisnieta de Mariana Grajales

«¿Qué había en esa mujer –se preguntaba el Apóstol José Martí al evocar a Mariana Grajales Cuello–, qué epopeya y misterio había en esa humilde mujer, qué santidad y unción hubo en su seno de madre, qué decoro y grandeza hubo en su sencilla vida que cuando se escribe de ella es como desde la raíz del alma?».

Porque ella era todo empeño, un torbellino en principios que lleva a los hijos (hombres, mujeres y adolescentes) a la lucha por la independencia, cura al herido de su prole y al desconocido con igual dulzura, y es la admiración de todos, el agua cristalina del río, un lucero inextinguible en lo más alto del monte.

Fue tanta su entereza que, establecida en Jamaica al concluir la contienda de los Diez Años, continuó con sus ideas y su ejemplo inspirando a la causa revolucionaria, hasta fallecer el 27 de noviembre de 1893, en Kingston.

Mariana Grajales: decoro y grandeza de una mujer humilde

Con razón fueron Marianas aquellas que el Comandante en Jefe Fidel Castro integró en un pelotón rebelde de insuperable valor en la guerra, y las que combatieron en Angola y otras tierras. Lo son las que transforman el surco en alimentos, las consagradas maestras y esas corajudas que en la zona roja ahora desafían a la COVID-19.

Así, ayer y hoy, el propio Fidel las enalteció en la figura de la Madre de los Maceo cuando expresó: «Aquí no solo luchan los hombres; aquí, como los hombres, luchan las mujeres. Y no es nuevo, ya la historia nos hablaba de grandes mujeres en nuestras luchas por la independencia, y una de ellas las simboliza a todas: Mariana Grajales».

Homenaje a Mariana Grajales en el aniversario 205 de su natalicio
Homenaje a Mariana Grajales en el aniversario 127 de su muerte

Traídos a Cuba 30 años después de su deceso, los restos de la extraordinaria cubana cobran vida en el sendero de los fundadores de la nación del cementerio patrimonial Santa Ifigenia, donde conspira con Céspedes, Martí y Fidel para, con la vigencia de sus ideas y de su obra, seguir defendiendo a la patria.

Autor: Eduardo Palomares Calderón

Mariana Grajales: la patria hecha mujer.
Reconocidos historiadores cu­banos evocaron en Mesa Redonda a Mariana Gra­jales y otras excelsas mujeres de la lucha independentista cubana. Esto fue en el Bicentenario del natalicio de la Madre de los Maceo.

A propósito del natalicio de Mariana Grajales
Por: Betty Beatón y Alina Martínez 
“¿Qué había en esa mujer, qué epopeya y misterio había en esa humilde mujer, qué santidad y unión hubo en su seno de madre, qué decoro y grandeza hubo en su sencilla vida que cuando se escribe de ella es como de raíz del alma, con suavidad de hijo, y como de entrañable afecto?”

Son palabras de José Martí sobre Mariana Grajales, y un sentimiento similar nacido de la admiración por quien no dudó en abandonar la seguridad del hogar para lanzarse a la manigua junto a sus seres más queridos, a quienes les hizo jurar que pelearían por liberar la patria o morir por ella, surge al contemplar el monumento erigido en su memoria en el cementerio patrimonial de Santa Ifigenia de Santiago de Cuba.

El escultor Alberto Lescay Merencio supo resumir en la obra de 4,60 metros de altura, fundida en bronce proveniente de casquillos de cañones de artillería de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, la elevada estatura moral de la abnegada patriota, erigida en símbolo de las cubanas que desde los tiempos fundacionales de nuestras luchas hasta hoy han estado dispuestas a entregarlo todo por la causa de su pueblo.

Y como una manera de enlazar para siempre a Mariana con la estirpe que forjó, el artista ubicó el monumento encima de un redondel con tierra traída especialmente desde la finca Majaguabo, en el municipio santiaguero de San Luis, sitio que por largo tiempo sirvió de residencia a los Maceo-Grajales, y la circunda un sendero de piedras de la localidad de Palmarito de Cauto, lugar de andanza de esa familia.

Cómo no recordar ante la enhiesta figura de la madre heroica el episodio muchas veces narrado pero siempre impresionante, de su reacción cuando le llevaron a Antonio Maceo malherido y las mujeres presentes, al ver su grave estado, se echaron a llorar: “¡Fuera, fuera faldas de aquí! ¡No aguanto lágrimas!”. Y le ordenó a Marcos, el hijo más pequeño: “¡Y tú, empínate, porque ya es hora de que te vayas al campamento!”.

Nos parece imaginar a aquella mujer que tejió su propia historia en la guerra, influyendo en la tropa con la fuerza de su personalidad y su ejemplo, como la describió Martí: “¡Y si alguno temblaba, cuando iba a venirle al frente el enemigo de su país, veía a la madre de los Maceo con su pañuelo a la cabeza y se le acababa el temblor!”.

Fue el periodista e historiador santiaguero Joel Mourlot Mercaderes, quien allá por la década de 1990 arrojó luz en torno a la verdadera fecha de nacimiento de Mariana —12 de julio de 1815, y no como se creía hasta entonces, 26 de junio de 1808—. Ella engendró 14 hijos; de su primer matrimonio con Fructuoso de los Santos Regüeiferos nacieron Felipe, en 1832; Manuel, en 1836, y Fermín, en 1838; luego vino al mundo, en 1843, Justo Germán, inscrito como hijo natural; y con Marcos Maceo procreó a Antonio, 1845; María Baldomera, 1847; José Marcelino, 1849; Rafael, 1850; Miguel, 1852; Julio, 1854; Dominga, 1857; José Tomás, 1858, Marcos, 1860; y María Dolores, 1862.

De ellos, precisó el periodista e historiador, cayeron en combate Justo, Julio, Fermín, Miguel, José y Antonio, en tanto Rafael murió en prisión.

Mourlot resalta como el real mérito de la madre “la formación —junto con Marcos Maceo— de esa prole, porque Mariana no crio hijos para sí; ni siquiera para la familia solo, sino, sobre todo, para insertarse y mejorar la sociedad que le tocó vivir”. Y no duda en considerarla ejemplo de un verdadero ejercicio materno.

Porque fue capaz no solo de forjar héroes sino de inculcarles a sus hijos virtudes como la laboriosidad, la honradez, la sinceridad, la perseverancia y en especial el valor, que esta tierra ya liberada reclama de los patriotas de los nuevos tiempos, al pie del monumento de Mariana Grajales aparece un justo calificativo: Madre de la Patria.

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