Por ser Lorca, por ser Cuba (+Video)

Federico García Lorca_ Iré a Santiago
Federico García Lorca_ Iré a Santiago
Federico García Lorca_ Iré a Santiago

Portada: Santiago Romero Chang
Federico García Lorca- El humanista superlativo, el autor de Romancero gitano y de Bodas de sangre, uno de los ejecutores de un proyecto como La Barraca resulta en esta fecha motivo de inspiración de artistas, escritores e instituciones en diversos escenarios del mundo.

Sucedió exactamente lo contrario: el fascismo español quiso silenciar al poeta, pero el poeta habla hoy con perfectas resonancias, cuando se cumplen 85 años del crimen llevado a cabo en su Granada, donde había llegado al mundo hacía 38 años.

Muchas son las razones para que Federico García Lorca no sea indiferencia. Si no pudo serlo jamás, porque los poetas verdaderos garantizan su eternidad, hoy, cuando es preciso alistarse para combatir la sinrazón de tantas injusticias; cuando la manipulación imperialista pretende desaforadamente imponer su crueldad ilimitada, Lorca es memoria viva y constituye uno de los más colosales símbolos ante la brutalidad fascista.

El humanista superlativo, el autor de Romancero gitano y de Bodas de sangre, uno de los ejecutores de un proyecto como La Barraca resulta en esta fecha motivo de inspiración de artistas, escritores e instituciones en diversos escenarios del mundo. Donde haya seres dignos habrá aplausos en su honor.

Iré a Santiago

En Cuba, la que conoció y con la que se apasionó, al punto de haberse quedado un poco más cuando hubo concluido su trabajo a instancias de Don Fernando Ortiz, en esa Isla que trasnochara y a la que le escribiera sonoros versos (Iré a Santiago), se siente muy cerca el ímpetu lorquiano.

«A García Lorca lo matan no porque ignoraran quién era él, sino precisamente por ser él», dice Nicolás Guillén en un texto en el que apunta que, si bien pudiera decirse que su poesía no era precisamente una poesía política, «¿acaso no es hacer política ir hacia el pueblo como Lorca fue y meterse en su entraña y divulgar sus tradiciones y exaltar su espíritu? ¿No es político el Romance de la Guardia Civil, cuyos miembros sabe el poeta ya, y no lo calla, que tienen de plomo las calaveras? ¿No es hacer política tomar posición junto a la República, en un país de tan lejana tradición real? ¿No es política, alta política, hacer del verso agua que refleja a gitanos y toreros, o llevar a la escena a Mariana Pineda, condenada a morir en Granada, en su Granada, porque bordó una bandera liberal?».

Estorban con creces la dignidad y la belleza a los adalides del mal que pretenden el mundo. Por eso atacan con sed febril a quienes la profesan y procuran quebrarles el alma a los artistas, vaciándoles los sentimientos. Por suerte abundan los insobornables, los que saben que ni todo el oro del planeta podría rendirlos si lo que está en juego tiene cuatro letras y se lleva grabado en las entrañas.

Federico García Lorca_ Iré a Santiago
Federico García Lorca_ Iré a Santiago

A 90 años del poema de Lorca a Santiago de Cuba

Por: Santiago Romero Chang
CMKC, Radio Revolución.- Existen muchas versiones de cómo llegó el poeta granadino a esta ciudad sur oriental, ubicada a 969 kilómetros de la capital cubana, pero me quedo con la menos divulgada y más sostenida que publicó la desaparecida revista Santiago, de la Universidad de Oriente.

La ciudad besó a Federico García Lorca de noche y llegó por ferrocarril, pero cansado del viaje, logró hallar una hospedería muy cercana, justo en la calle frente a la estación ferroviaria que luego quedó como lugar de descanso de los ferroviarios. Ése detalle, lo confirmé en agosto de 1985, amén de otras reseñas que aseguran lo contrario y sólo reconocen el hospedaje en el Hotel Venus, hoy desaparecido.

A nueve décadas de aquel poema: Son de negros en Cuba, y al calor de los 505 años de mi ciudad, merecida evocación a quien tributó lo que llamo como “un canto sin par” que retrata el vuelo en el tiempo de la otrora villa española cuya fundación fue más arriba y distante de aquel seno de hormigas bravas del otro lado de la bahía santiaguera.

Ya sabemos que 1930 no fue muy fácil para los cubanos, primero por la dictadura de Gerardo Machado, y segundo, por la crisis mundial que golpeó el archipiélago nacional, sin embargo, entre muchos apogeos llegó a Santiago de Cuba, Federico García Lorca, procedente de Nueva York e invitado por la Asociación Hispano Cubana de Cultura, como dijo entonces DonFernando Ortiz “para dar una serie de charlas y conferencias en la isla”.

El precedente más grato fue el acento del propio Federico antes de su incursión por Santiago de Cuba: “Esta isla es un paraíso”. Claro que se justifica, porque Lorca solía escaparse de las conferencias muy teóricas y halló mejores atractivos en su tur por Cuba, por ejemplo: Sagua la Grande, Caibarién, Cienfuegos, Santiago de las Vegas, Varadero, el Valle de Viñales y el de Yumurí, hasta llegar a Santiago de Cuba en un mayo primaveral que le resultó muy diferente por el calor y la humedad ambiental.

Si imaginamos el impacto socio-cultural e histórico que tuvo la visita de García Lorca por estos lares, seguro que apenas tocamos la orilla de aquella realidad de pobrezas, pero de inmensos como José Zacarías Tallet, Nicolás Guillén, de la pléyade de los hermanos Loynaz del Castillo; Flor, Carlos, Enrique y Dulce María; del historiador de la Habana Emilio Roig de Leuchsenring, Raúl Roa, en fin…, una época de oro de la poesía, la literatura y el teatro cubano.

Vendría entonces su desenfrenada pluma ante una ciudad que lo cautivó de inmediato:

Cuando llegue la luna llena
iré a Santiago de Cuba,
iré a Santiago,
en un coche de agua negra.
Iré a Santiago.
Cantarán los techos de palmera.
Iré a Santiago.
Cuando la palma quiere ser cigüeña,
iré a Santiago.
Y cuando quiere ser medusa el plátano,
iré a Santiago.
Iré a Santiago
con la rubia cabeza de Fonseca.
Iré a Santiago.
Y con la rosa de Romeo y Julieta
iré a Santiago.
¡Oh Cuba! ¡Oh ritmo de semillas secas!
Iré a Santiago.
¡Oh cintura caliente y gota de madera!
Iré a Santiago.
¡Arpa de troncos vivos, caimán, flor de tabaco!
Iré a Santiago.
Siempre he dicho que yo iría a Santiago
en un coche de agua negra.
Iré a Santiago.
Brisa y alcohol en las ruedas,
iré a Santiago.
Mi coral en la tiniebla,
iré a Santiago.
El mar ahogado en la arena,
iré a Santiago,
calor blanco, fruta muerta,
iré a Santiago.
¡Oh bovino frescor de calaveras!
¡Oh Cuba! ¡Oh curva de suspiro y barro!
Iré a Santiago.

Federico García Lorca, por coincidencia histórica, partió el mismo día de mi nacimiento y del estallido de la bomba atómica en Nagasaki, el 9 de agosto, la diferencia la marcó seis años después de su tránsito por Santiago de Cuba, en 1936, cuando en Granada el poeta fue arrastrado por simpatizantes falangistas a un campo raso y fusilado.

La noticia llenó de luto a la intelectualidad cubana y a muchos santiagueros quienes conocieron aquel dueño de una mirada única y de cuerpo perdido en una fosa común sin identificar.

¡Oh Cuba! ¡Oh curva de suspiro y barro!
Iré a Santiago.

Entre muchos apogeos llegó a Santiago de Cuba, Federico García Lorca
Entre muchos apogeos llegó a Santiago de Cuba, Federico García Lorca

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Autor: Madeleine Sautié | madeleine@granma.cu

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