Este viernes se realizó la clausura de la exposición Retornando sobre mis pasos del artista Luis Joaquín Rodríguez Arias.
La misma estuvo abierta al público desde el pasado 9 de septiembre, en el Centro Provincial de Artes Plásticas y diseño de la ciudad de Santiago de Cuba.
De igual forma cerró la muestra Colateral de integrantes del grupo Bayate, del cual Rodríguez Arias es fundador y uno de sus más reconocidos representantes.
Asistieron a la actividad de clausura personalidades de la UNEAC, del Consejo de las Artes Plásticas, del CIERIC y de la Universidad de Oriente, además estudiantes de las enseñanzas Primaria, Secundaria Básica, Pre Universitario y de la Universidad de Oriente.
La exposición del maestro Joaquín Rodríguez Arias estuvo integrada por 35 obras y festejó el aniversario 80 de vida de uno de los más importantes exponentes actuales del arte naif en Cuba.
Arte Naif
Es aquel que desarrollaron un grupo de artistas al que denominaron naifs o aficionados por el hecho de no dedicarse la pintura como actividad principal, sino al margen de sus respectivas ocupaciones profesionales. No tuvieron formación académica, en todos los casos fueron creadores autodidactas.
Término arte naif utilizado para calificar la producción pictórica, escultórica o arquitectónica elaborada por una persona que, por lo general, no posee formación artística previa. En la mayoría de los casos los artistas naïf han sido autodidactos.
Se han utilizado numerosas expresiones para calificar a este arte naif (arte innato, arte instintivo, neoprimitivismo) y a sus autores (pintores ocasionales, maestros populares de la realidad, primitivos modernos), pero ninguna de ellas parece totalmente satisfactoria.
Si el arte naïf está, por lo general, al margen de la historia de los estilos, escuelas o vanguardias, sin embargo, sus autores, aunque no hayan recibido formación académica alguna, no viven fuera del mundo y son sensibles a sus orígenes, a las artes y tradiciones populares (forja, cerámica, madera, tejidos, bordados, encajes) o a modelos académicos ampliamente difundidos, desde los calendarios de correos de antaño a los catálogos y la publicidad del mundo moderno.
El primer arte naïf, el del mundo rural, se inspiraba a menudo en la imaginación creadora de los artesanos que vivían en un entorno relativamente autárquico.
Este arte naif desapareció con el inicio de la producción en serie durante la Revolución Industrial y, aunque durante mucho tiempo fue despreciado, posteriormente se vio revalorizado por el romanticismo y las reivindicaciones nacionalistas del siglo XIX antes de pasar a convertirse en objeto etnográfico.
El arte naïf de finales del siglo XIX y de principios del siglo XX, muy diferente al anterior, estuvo íntimamente ligado al desarraigo urbano: añoraba la naturaleza perdida concebida como idílica desde una visión nostálgica del pasado y buscaba sus orígenes bíblicos, mitológicos, exóticos, legendarios, oníricos y a veces surrealistas.
Este arte naif no deseaba representar la vida cotidiana ni tuvo ambiciones revolucionarias, sino que buscaba una representación sencilla y, en ocasiones, idealizada del mundo.
Actualmente son numerosos los pintores de arte naïfs reconocidos en Europa: Aristide Caillaud en Francia, Orneore Meteli en Italia, Miguel Vivancos en España y Théophilos Hadzimichael en Grecia. En los países socialistas, con un arte ligado al folclore nacional, se han desarrollado verdaderas escuelas de pintura naïf, con el georgiano Niko Pirosmanachvili en Rusia e Ivan Generalic en Yugoslavia.
En Estados Unidos, el movimiento arte naïf tuvo su máxima expresión en la tradición artística de los pioneros y de los retratistas ambulantes, siendo Edward Hicks uno de sus representantes más destacados.
En América Latina, el arte naïf, siempre relacionado con las tradiciones ancestrales, está a menudo ligado a diversos cultos animistas. Existen diferentes museos dedicados a este estilo artístico, como el de Laval, ciudad natal de Rousseau.