Palmeros repudian hechos como el de San Isidro

Trabajadores de la cultura, jóvenes, pioneros y pueblo en general de Palma Soriano repudian hechos como el de San Isidro. #Cuba #San Isidro #tvsantiago

Cuba soberana no acepta injerencias

El mismo Timothy Zúñiga-Brown acudió en varias oportunidades a San Isidro, «donde su Embajada conocía que se desarrollaba un evento de provocación política y social», y se prestó a transportar personalmente y apoyar a quienes estaban violando las normas sanitarias de protección contra la pandemia de COVID-19, acciones que constituyen graves violaciones de sus funciondes como diplomático y como jefe de misión.

Este sábado Díaz-Canel también había compartido un mensaje sobre el tema, acompañado de un artículo publicado en el Periódico Granma en el cual se denunciaba el apoyo estadounidense en esta nueva acción para generar desestabilidad política en Cuba.

«Algunos se empeñan en protagonizar shows mediáticos contra la Revolución, envenenando y mintiendo en las redes. El pueblo revolucionario cubano dará el combate», escribió.

San Isidro, un acto de reality show imperial

El reclamo es tan poco serio —digo, para los cubanos— que abundan los “ni, ni”. No estoy de acuerdo con los de San Isidro, pero tampoco con la actuación del Gobierno, dicen. Si somos serios en el análisis, debiéramos dejar a Denis (el pretexto), y buscar las verdaderas razones

Denis Solís González, presentado como un joven artista censurado
Foto: Tomada de Facebook

Por: Enrique Ubieta Gómez
Se va Donald Trump. Pero unos cubanos, que provocan vergüenza ajena, lo reclaman como “su” presidente. “¡Trump 2020!”, gritan.

Como presidente hizo casi todo para ahogar al pueblo de Cuba y tuvo el cinismo de decir que lo ayudaba. Cuando impedía, retrasaba o aumentaba el costo de la llegada de los barcos con petróleo, o impedía el comercio o las transferencias de dinero al país, decía socarrón: no saben gestionar la economía.

Cuba, sin embargo, gestionó ejemplarmente los efectos de la pandemia y de la crisis económica internacional –y en un derroche de humanismo envió 53 brigadas médicas a países pobres y a países ricos–, creó sus medicamentos y ensaya sus propias vacunas, amortiguó los cuantiosos daños de las intensas lluvias… y no dejó a nadie desamparado.

Esos trumpistas nacidos en Cuba son “¡(…) desertores que piden fusil en los ejércitos de la América del Norte, que ahoga en sangre a sus indios [y a sus negros], y va de más a menos!” en palabras de José Martí. Después de más de siglo y medio de luchas, ¿alguien duda que al imperialismo estadounidense le interesa Cuba y no la libertad o el bienestar de Cuba?

 Existe una controvertida referencia histórica: la Malinche. Una esclava nahualt que fue amante y traductora de Hernán Cortés, y contribuyó con sus consejos a la conquista del territorio mexicano. Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, malinche, hoy, es toda “persona, movimiento, institución, etc., que comete traición”, no importa si es hombre o mujer.

El llamado Movimiento San Isidro es un acto del reality show en que Donald Trump convirtió su presidencia. Los allí reunidos son llamados “colegas” en un tuit del Encargado de Negocios de la Embajada de los Estados Unidos en Cuba.

 No evado el hecho concreto. Un policía, de uniforme, lleva una citación al ciudadano Denis Solís. El receptor lo insulta, con palabras que no puedo reproducir, y lo amenaza. El policía no lo esposa, no lo golpea, no le coloca la rodilla en el cuello.

Hay un video tomado por la supuesta víctima que lo atestigua. Denis es detenido por desacato. Ha recibido con anterioridad varias multas administrativas por alteración del orden y dos advertencias oficiales por asedio al turismo.

 

El delito de desacato está previsto en el artículo 144.1 del Código Penal. Denis acepta los cargos y no apela. Pero antes grita que Trump es su presidente y se convierte en “disidente”.

Los “huelguistas” de San Isidro exigen su liberación. Se declaran en huelga de hambre y de sed, pero al séptimo día Alcántara, el líder de la provocación –el que ha mancillado la enseña nacional en otros actos de esta extraña obra de teatro –, aparece en un video tomado por sus colegas –para usar el mismo término que el diplomático imperial–, impetuoso, mientras impide la actuación de las autoridades sanitarias, y no desfallecido en su cama (como la lógica médica indica).

 Siempre existen los crédulos y los sinceramente preocupados por la salud de los “huelguistas”.

Y también los que sugieren que no nos conviene que se mueran, como si la Revolución no peleara cada día y cada hora por la vida de todos sus ciudadanos, estén o no con ella, frente a los intentos imperiales por rendirlos de hambre y enfermedades.

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