Fotos: Santiago Romero Chang
Santiago de Cuba construye planta de secado y beneficio de granos, al igual que en Las Tunas, Holguín y Granma. Todas están en diferentes etapas de la inversión también para el almacenamiento y empaque de granos.
Al Grano.- De acuerdo con el Ministerio de la Agricultura, con la culminación de estas obras se calcula que la capacidad de procesamiento se elevará a 300 toneladas de frijol y maíz por jornada.
El Programa de granos es una de las 138 inversiones principales de este organismo, que estima finalizar en 2020 con 761 millones de pesos ejecutados en esa esfera.
De las plazas y los techos a una industria moderna
La añeja y agotadora faena de secar el maíz cosechado en la orilla de la carretera, en plazoletas y hasta en los techos, ha dejado de ser una carga pesada para los productores en Granma, con la puesta en marcha, desde el pasado mes de julio, de una planta para el beneficio y secado de granos.
Perteneciente a la Empresa Agroindustrial de Granos José Manuel Capote Sosa, y emplazada en la comunidad de El Country, a unos cinco kilómetros de Bayamo, en la carretera hacia Santiago de Cuba, la moderna y eficiente industria, segunda de su tipo en el país en funcionamiento (la primera está en Sancti Spíritus) tiene el encargo de procesar el maíz del territorio con destino a la producción de alimento animal.
También con una línea paralela para el frijol, cuya prueba de carga se realizará cuando haya disponibilidad del grano, el estreno de la planta ha echado por tierra los recelos de los campesinos más escépticos y tradicionales.
Beneficios compartidos
Tanto para los productores como para la agroindustria granmense, la arrancada de la planta de beneficio y secado de granos viene a allanar el camino del proceso productivo del maíz y del frijol, en un contexto en el que cada grano cuenta para restarle al país parte de sus costosas importaciones.
José Hernández González, director de la unidad empresarial de base (UEB) Granos, donde está enclavada la planta, señala que durante el pico de la cosecha se recibieron entre 75 y 80 toneladas de maíz diarias, llegadas directo desde el campo, como resultado de su impacto positivo.
«Si antes los campesinos tenían que secar el maíz y trasladarlo por su cuenta hasta la fábrica de pienso, a riesgo incluso de contener plagas, ahora se ha organizado mejor el proceso de contratación y comercialización, lo que les ahorra tiempo y dinero, pues la industria recibe el grano con niveles de humedad de hasta un 25 %, le quita las impurezas, lo beneficia y lo entrega a la unidad de alimento animal con un 14 % de humedad», explica el directivo.
«La planta, además, no consume ni un litro de combustible para su funcionamiento, porque trabaja con leña, cascarilla de arroz y otros subproductos, y la comunidad está muy contenta, pues favoreció los viales de acceso, el abasto de agua, el servicio eléctrico y también generó empleo para sus habitantes», destaca Hernández González.
A esos beneficios se suma, como principal incentivo para los productores, el pago directo y rápido al representante de su base productiva (CCS, UBPC, CPA y UEB Agropecuaria), con un margen comercial justo por cada entrega de maíz a la industria.
«Que el pago se realice sin trabas y de forma ágil, ha estimulado a los campesinos a entregar sus producciones a esta nueva fábrica», precisa Yunisbel Ortega Contrera, representante de la ccs Antonio Maceo, del municipio de Media Luna.
«Si tú ves el fruto de tu sudor, y a eso le añades que te quitas cantidad de trabajo extra después de la cosecha, aunque el proceso acá sea exigente, es lógico que quienes cultivan el maíz estén contentos y en disposición de sembrar más», agrega.
Por ello no es casual que la industria haya ido recibiendo de manera progresiva volúmenes superiores del grano, que llegaron a rondar en un mes más de 1 300 toneladas; una cifra halagüeña, pero insuficiente aún respecto a las potencialidades del territorio.
«La capacidad instalada por jornada laboral es de 60 toneladas; pero nuestros obreros se han crecido, pues no se puede quedar maíz en los campos, y hay que beneficiar todo lo que nos llegue», apunta el ingeniero Ángel Tamayo Yero, director de la planta; un empeño que, desde la primera jornada, asumen los 68 trabajadores de la fábrica, como respuesta concreta a la demanda del país de aprovechar con eficiencia las producciones de casa.
De ese compromiso da fe Majín Chacón, técnico del control de la calidad, quien asegura que el laboratorio es el corazón de la planta, «porque no solo evalúa la calidad del grano que entra, sino que una falla nuestra daña el resto del proceso hasta el producto terminado, si, por ejemplo, se nos va maíz con plaga».
A esa voluntad se suma la labor y el ingenio de la Brigada de Montaje, adscrita a la Empresa de Talleres Agropecuarios Granma, del Grupo Gelma, gracias a la cual no ha habido, hasta la fecha, «baches» durante los procesos productivos de la instalación.
«Aunque esta es una industria moderna, hemos trabajado para evitar paralizaciones o molestas fallas con la realización de ajustes que no vienen en el proyecto, como nos sucedió con el puente basculante y la tolva de recibo, cuyas estructuras se reforzaron, porque en su diseño original solo aparecían para un tipo de camión y aquí se reciben camiones, camionetas, carretas y tractores de distintos tamaños que, con la modificación realizada, no se atascan», apunta Carlos García Betancourt, jefe de la brigada.
Destino final
Como parte del encadenamiento productivo que genera la nueva planta de granos, en la Unidad de Alimento, perteneciente a la Empresa Porcina de Granma, se recibió este año, por vez primera, maíz beneficiado para la elaboración de un pienso criollo que respalda el déficit de materias primas importadas.
«Nuestra ueb recibía el maíz directamente de las bases productivas, y, a muchas, había que virarlas, porque el producto no cumplía con los parámetros de humedad, o tenía plagas. Con la puesta en marcha de la nueva industria nos llega un grano sin impurezas y con la humedad requerida para procesar un pienso de calidad», realza Olemnis Tamayo Millán, directora de la entidad.
La directiva reconoce, no obstante, que el pienso obtenido a base de este grano y de otros componentes, está lejos de dar cobertura a las demandas de las bases productivas de la provincia.
En Holguín, los granos también tienen su industria
La planta de beneficio, secado, clasificación y empaque de granos de Velasco, del municipio de Gibara, en Holguín, que ya rebasó la fase de prueba de la parte tecnológica, mantiene la expectativa de directivos de la Agricultura y de productores de frijol y maíz, en este territorio del nororiente de Cuba.
Con un diseño sobre la base de novedades tecnológicas, que conducen a un eficiente flujo productivo, la instalación, apta también para procesar hasta 60 toneladas en un día de labor, es una de las cuatro industrias de este tipo impulsadas por el Proyecto de desarrollo rural cooperativo en la región oriental, fruto de la colaboración entre nuestro país y el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola, rectorado por las Naciones Unidas.
Jorge Francisco Velázquez Rojas, director de la unidad empresarial de base (UEB) Granos Gibara, comenta que fueron positivas las pruebas en vacío y con carga realizadas en el transcurso de noviembre.
Los actuales métodos, casi artesanales, de limpieza y secado de los granos, exigen mucha fuerza de trabajo, lo que incrementa los gastos de los agricultores, quienes además se ponen muy tensos cuando las lluvias se presentan en periodo de recogida, explica.
«Sin embargo, en las nuevas condiciones, tan pronto se cosechen los granos, se pueden enviar a la planta, que los puede recibir con un 20 o 25 % de humedad, sin que ello represente una amenaza para los resultados finales».
Acerca de las perspectivas inmediatas, dijo que la industria espera recibir unas 2 500 toneladas de frijol provenientes de las áreas sembradas en la campaña de primavera. En cuanto al maíz, estima que podrían ser unas 4 800 toneladas.
Con un costo total de nueve millones de pesos, la obra, que en los primeros tiempos recibirá granos cosechados en los municipios de Gibara, Calixto García, Cacocum, Holguín, Urbano Noris, Báguano, Banes y Rafael Freyre, debe resarcir lo invertido en un periodo de entre ocho y diez años, en el que también deben incrementarse las áreas de siembra y sus rendimientos en todos los sitios de la provincia donde sea factible.
Según se avance en la ejecución de los montajes y en el aprovechamiento tecnológico de las que vayan quedando listas, tales inversiones permitirán, más rápido, «ir al grano» en la producción local, desde el campo hasta la industria, como principal alternativa para revertir la matriz importadora de esos alimentos, que ha puesto en aprietos la entrega de varios productos en el país, y cuya dependencia foránea lacera el desarrollo de la economía nacional.
Texto: Mailenys Oliva Ferrales
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