A 68 años del alegato de Fidel: La Historia me Absolverá

Fidel reivindicó los sucesos del 26 de julio de 1953, en Santiago de Cuba y Bayamo
Fidel reivindicó los sucesos del 26 de julio de 1953, en Santiago de Cuba y Bayamo
Fidel reivindicó los sucesos del 26 de julio de 1953, en Santiago de Cuba y Bayamo

Audio: Oscar Ignacio Ruano Chávez
Portada: Santiago Romero Chang
Se cumplen 68 años del histórico alegato de Fidel Castro, hecho conocido como: La Historia me absolverá, cuyo acto constituyó una autodefensa sin precedentes similares en el siglo XX y que como proceso inició el juicio el 16 de octubre de 1953 por los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, en Santiago de Cuba y Bayamo respectivamente, sucedidos el 26 de julio de ese mismo año.

Ante este juicio, Fidel Castro, entonces licenciado en Derecho Civil, decide asumir su propia defensa. En el documento, Fidel Castro señala los males de la Cuba de entonces, resumidos en seis problemas fundamentales:

  1. El problema de la tierra
  2. El problema de la industrialización
  3. El problema de la vivienda
  4. El problema del desempleo
  5. El problema de la educación
  6. El problema de la salud.

«La Historia me Absolverá», a 67 años y con 11 millones de razones

Fidel reivindicó los sucesos del 26 de julio de 1953, en Santiago de Cuba y Bayamo
Fidel reivindicó los sucesos del 26 de julio de 1953, en Santiago de Cuba y Bayamo. Portada: Santiago Romero Chang

Entre las cuestiones principales destacaba:

  • El 85% de los pequeños agricultores cubanos pagaba renta y sufría la amenaza perenne del desalojo cuando más de la mitad de las mejores tierras estaban en poder de compañías extranjeras y una gran proporción de la población era analfabeta.
  • 400.000 familias del campo y la ciudad vivían hacinadas y casi dos millones y medio de la población urbana pagaba altos alquileres por las casas que ocupaban.
  • El 90% de los niños del campo eran devorados por los parásitos.
  • La existencia de más de un millón de desempleados.

El juicio

Los acusados de participar en los sucesos del 26 de julio de 1953 fueron juzgados en la Causa No. 37 de ese año, que se inició el lunes 21 de septiembre. El Palacio de Justicia santiaguero fue la sede de un juicio nunca antes visto.

Ante el asombro del tribunal y los demás presentes, los acusados se convirtieron en acusadores. Al final del proceso judicial, el 6 de octubre, 29 de los 102 acusados fueron sentenciados a condenas de entre siete meses y trece años de privación de libertad. Siete días después fueron trasladados al Presidio Modelo de Isla de Pinos. Fidel Castro había sido mantenido alejado del tribunal desde el final de la primera sesión. Su juicio tuvo lugar el 16 de octubre en una pequeña sala del Hospital Civil Saturnino Lora. Junto al líder del grupo fueron juzgados Abelardo Crespo, acostado en una cama debido a las múltiples heridas recibidas, y Gerardo Poll Cabrera.

Como ocurrió en el juicio anterior, los acusados se tornaron acusadores, denunciando los crímenes cometidos contra sus compañeros. Es en ese momento cuando comienza a tomar forma uno de los mitos más impactantes del asalto al Cuartel Moncada. Había pocas personas presente cuando Fidel Castro se levantó para asumir su propia defensa. El juicio duró cuatro horas aproximadamente, de las cuales Fidel consumió la mitad denunciando el golpe de estado, los crímenes contra sus compañeros, su programa de gobierno si hubiera triunfado y otras consideraciones de interés nacional. Al final, fue sentenciado a 15 años de privación de libertad.

Mi Moncada Hoy; Unidad, Paz y Desarrollo. Imagen web: Santiago Romero Chang
Mi Moncada Hoy; Unidad, Paz y Desarrollo. Imagen web: Santiago Romero Chang

El alegato de su defensa comienza: Señores magistrados:
Nunca un abogado ha tenido que ejercer su oficio en tan difíciles condiciones; nunca contra un acusado se había cometido tal cúmulo de abrumadoras irregularidades. Uno y otro, son en este caso la misma persona. Como abogado, no ha podido ni tan siquiera ver el sumario y, como acusado, hace hoy setenta y seis días que está encerrado en una celda solitaria, total y absolutamente incomunicado, por encima de todas las prescripciones humanas y legales.

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