Rainer Schultz enciende un farol similar a aquellos que, hace hoy seis décadas, trajeron niños y jóvenes a su encuentro con Fidel tras protagonizar la Campaña de Alfabetización. Él -doctor en Estudios Latinoamericanos, de Harvard-, no es cubano, pero vive en este país hace unos 20 años, y ayer fue el encargado de iniciar la segunda jornada académico-cultural con motivo del aniversario de esa hazaña pedagógica.
En Casa de las Américas, Schultz se refirió a la dimensión internacional de ese «momento decisivo», donde la confianza y participación masiva y voluntaria del pueblo y el talento organizativo del Gobierno fueron determinantes en el éxito, aunque no escapó a las difamaciones del imperialismo. «¿Les recuerda a algo de hoy día?», preguntó.
Santiago de Cuba en la Campaña de Alfabetización, Gran hito por el despertar del pueblo
La doctora Marta Núñez, Profesora Emérito de la Universidad de La Habana, aludió al impacto de la campaña en la mujer, que «inauguró uno de los principales espacios de igualdad en Cuba: la educación»; el doctor Rafael Hernández, director de la revista Temas, caracterizó la Cuba de la Campaña de Alfabetización, y el escritor Víctor Fowler lo calificó de suceso cultural dentro del proceso revolucionario.
Pocas familias hay en Cuba que no hayan heredado de alguno de sus miembros una experiencia personal, ya como maestro, ya como humilde aprendiz, de esa Campaña colosal, masiva, joven, que empujada por el ímpetu rebelde de la Revolución naciente barrió, como un rabo de nube, el manto gris del desconocimiento.
La educación no tiene luces tenues. El aprender empieza en una chispa, así como todo el alfabeto cupo en la lumbre del farol que llevaron, rumbo al monte, los muchachos maestros, aunque a varios les costara la vida.
A la vuelta, en pocos meses, la isla ya estaba alfabetizada, de toda América la primera nación. Vaya hazaña. A esos héroes de cartilla y lápiz debe Cuba, también, su libertad.
Fidel, El lector voraz
Autor: Laura Mercedes Giráldez | internet@granma.cu
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