Radio de Santiago de Cuba
El 14 de junio pareciera hecho para los nacimientos y el homenaje a grandes hombres. Esta fecha es privilegiada para los cubanos, día de homenaje. Coincide el natalicio de dos hombres que, aunque en épocas distintas, son paradigmas de entereza y bravura para nuestro pueblo: el mayor general Antonio Maceo Grajales y el comandante Ernesto Guevara de la Serna.
Algo más que la coincidencia histórica de haber nacido ambos el mismo día, supieron trascender con sus acciones para que la historia los condujera juntos hacia los caminos de la inmortalidad.
Maceo, el Titán de Bronce, nació en 1845 en Santiago de Cuba, y el Che, en Rosario, Argentina, en 1928. Recorriendo sus vidas encontramos dos hombres de ideales semejantes, cuyos ejemplos se multiplican para convidarnos a transitar adelante.
Ellos, lograron dejar una huella indeleble. Muchos son quienes hoy buscan en sus palabras orientaciones e ideas; otros utilizan sus nombres, una anécdota, una frase, una fotografía…, o tan solo una canción para multiplicar sus recuerdos.
En encendido y fulgurante corcel se mantiene el Titán en nuestra mente. Tal es su temeridad que hoy, cuando la acción roza con lo súper difícil y lo arriesgado, no inventamos una metáfora barnizada. Solo decimos “¡Para hacer eso hay que tener más coraje que Maceo!”.
Maceo fue un fiero y cabal mambí, una de las figuras relevantes que se destacó como combatiente, organizador y jefe militar; un hombre astuto y valiente. Su proceder, hazañas, heroicidad, carácter y cualidades, entrelazado por sentimientos revolucionarios y antiimperialistas, hicieron posible su entrega a la defensa de un ideal noble y justo: la libertad. De él percibimos su pensamiento rebelde, visión de futuro, virilidad, estirpe y principios independentistas.
Por eso, la historia se encargó de reconocerlo como El Titán de Bronce, un verdadero paradigma que continúa iluminando el camino de la Revolución. Hacia el futuro cabalga el Guerrillero Heroico. Lleva un sol de voluntades en la frente. Resulta un torbellino incansable; no solo como machetero, obrero, diplomático, ministro… también como embajador de la verdad. Se convierte en un espectro mágico. Tal es su virtuosismo y su presencia que a veces nos censuramos el error al decir: “¡Qué nos hubiera dicho el Che!”.
El Che creció como leyenda para darse a conocer al mundo como el Guerrillero Heroico. Su vida transcurrió brindando los más nobles sentimientos de rebeldía, honestidad y solidaridad. Llevó a su espalda una mochila cargada de sueños y humanismo como muestra de internacionalismo y del compromiso con los humildes. Su palabra de hombre honesto y revolucionario a toda prueba, continúan iluminando el camino de su ejemplo.
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