Por: Diana Rosa Martínez
CMKC, Radio Revolución.- Contaba José Martí con tan sólo 42 años cuando el 19 de mayo de 1895 cayó en Dos Ríos, murió joven. A muy corta edad comprometió su existencia con la causa independentista de su tierra natal y así lo plasma en su poema dramático titulado Abdala.
«Quién a su patria defender ansía
Ni en sangre ni en obstáculos repara…»
Martí fue un joven excepcional, pero no diferente. Irreverente, creador y fiel a sus principios. Capaz de resistir la cárcel sin odios, de amar apasionadamente y de escribir para los niños.
Fue el joven que fundó el Partido Revlucionario Cubano, unió lo hasta entonces dividido y lanzó a un pueblo a la lucha. Fue el joven que razonó y previó peligros y legó una obra literaria y política inabarcable. Fue el joven que desde su adolescencia ha movido decenas de generaciones cubanas durante más de un siglo.
Como expresara en sus versos la escritora y poetisa puertorriqueña Georgina Lázaro:
«Quería una América libre; / Cuba para los cubanos. / Que la unión fuera posible / en nuestros pueblos hermanos. // Una vida más dichosa / quería para los niños. / Les escribió en verso y prosa / con gran ternura y cariño. // Una América mejor / siempre quiso para ti. / fue un patriota, un escritor…»
De él heredamos su culto a la dignidad y el decoro del hombre, su confianza ilimitada en el pueblo. De Martí aprendimos el rechazo a las tiranías y a las injerencias.
Obtuvimos la clara visión del peligro imperialista, y la conciencia aguda de la guerra necesaria, la convicción de que “la libertad cuesta muy cara, y es necesario, o resignarse a vivir sin ella, o decidirse a comprarla por su precio”.
En Martí bebimos la savia de nuestra identidad latinoamericana, la afirmación de que es una nuestra América “en el origen, en la esperanza y en el peligro”, y de que es uno su destino.
Fue Martí quien nos advirtió que “peleamos en Cuba para asegurar, con la nuestra, la independencia hispanoamericana” y quien, al decirnos que patria es humanidad, avivó nuestro sentimiento internacionalista.
Su caída en combate el 19 de mayo de 1895, más que muerte fue siembra fecunda para que su pueblo, bajo la influencia de sus virtudes y su ejemplo, diera inicio a nuevas luchas.