Fidel en clausura del 1er Congreso del PCC: El camino futuro tampoco será fácil, pero lo andaremos mejor todavía

Convocatoria al VIII Congreso del Partido Comunista de Cuba
Fidel en clausura del 1er Congreso del PCC
Fidel en clausura
del 1er Congreso del PCC

Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en el acto de masas con motivo de la Clausura del Primer Congreso del Partido Comunista De Cuba. Plaza De La Revolución, 22 de diciembre de 1975

Queridos compatriotas:

Hoy vamos a ser breves

Después del informe al Congreso, después de todas las tesis y las resoluciones acordadas y después de la clausura del Congreso, no es mucho lo que nosotros tenemos que decir.

En este acto de hoy, de un simbolismo muy grande, nuestro pueblo se reúne para expresar su apoyo a los acuerdos del Congreso.

Nosotros, todos los compañeros del Comité Central, del Buró Político, del Secretariado, y los delegados al Congreso, hemos vivido días de emociones que parecían insuperables.

Pero al llegar hoy a esta Plaza, hemos visto la más grande concentración en la historia de la Revolución. Y ello nos indica la atención, el interés con que nuestro pueblo ha seguido el Congreso, lo cual expresa en la tarde de hoy. Y lo que nuestro pueblo siente, experimenta en este acto, es esa sensación de seguridad, de continuidad histórica que brinda nuestro Partido; lo que nuestro pueblo quiere expresar en el día de hoy es que siente y que comprende que la Revolución es más fuerte y la Revolución es más segura que nunca.

Lo que nuestro pueblo siente y expresa es esa convicción de que el país ha avanzado, que la Revolución es indestructible, que la Revolución se organiza, se institucionaliza y avanza hacia el porvenir, sin que ya nada ni nadie la pueda detener. Lo que nuestro pueblo expresa es la confianza en sí mismo, la convicción que alberga acerca de su porvenir. Nuestro pueblo expresa hoy la seguridad en el futuro, que ve a través de su Partido, el Partido Comunista de Cuba.

Desde Martí hasta Fidel: un partido para unir

Nuestro pueblo sabe quiénes integran el Partido, sabe que esos militantes fueron seleccionados en los centros de trabajo con la activa participación de las masas; sabe que en el Partido militan los mejores obreros, sabe que en el Partido militan los mejores ciudadanos, y sabe que para el Congreso los comunistas eligieron entre los mejores comunistas para trazar la línea del Partido. Y por eso, nuestro pueblo se siente representado en el Partido.

Pero además, las tesis más importantes fueron discutidas con todo el pueblo. El pueblo participó en la elaboración de esas tesis y en la elaboración de la política de los años futuros. ¡Y por eso sabe que las tesis y los acuerdos del Congreso son sus tesis y son sus acuerdos!

Si allí en el «Carlos Marx» se reunió el Congreso del Partido, aquí en la Plaza de la Revolución se reúne el Congreso del pueblo para expresar su apoyo a los acuerdos del Congreso. Pero si allí votamos, aquí debemos votar también. Si allí discutimos y aprobamos todas las tesis, aquí, en representación de todo el pueblo, debemos también votar, y preguntarle a nuestro pueblo si apoya o no apoya los acuerdos del Congreso.

Como ustedes saben, el Congreso ha elegido a los miembros del Comité Central del Partido, seleccionando a los compañeros que por sus méritos y su capacidad deben desempeñar esas funciones.

Ahora, compañeros, deseo expresarles nuestro criterio de que el Congreso se ha desenvuelto espléndidamente bien, que ha sido una reunión muy seria, que los documentos elaborados y acordados son magníficos, y que nos trazan un camino claro para los años futuros.

El Congreso nos ha permitido ver todo lo que ha avanzado nuestro país en estos años; nuestros éxitos y nuestros errores también, que fueron analizados diáfanamente.

El Partido, representado en el Congreso, y el pueblo, han manifestado su confianza grande en los dirigentes de la Revolución. No se piense jamás, compatriotas, que esa confianza, ese cariño y ese honor nos llevará jamás al envanecimiento.

Como decíamos hoy en la clausura del Congreso, nosotros, los hombres que aquí estamos, no somos más que humildes herederos de generaciones enteras de cubanos que durante más de 100 años han luchado por la justicia, por la libertad y por la dignidad de este pueblo.

Hemos vivido una época en que a algunos hombres les ha correspondido el papel de símbolos, les han correspondido destacadas tareas, y han recibido inmensos honores, que van mucho más allá de sus modestos méritos. Surgíamos prácticamente de la nada, de la ignorancia, de la incultura, de la diferencia de clases, de la diferencia de instrucción y de conocimientos. Desde entonces estamos haciendo una profunda revolución que hace desaparecer en todos los sentidos las diferencias entre los hombres, una revolución que nos hace cada vez más iguales, que nos brinda el acceso a los conocimientos y a la cultura, y nos brinda, sobre todo, el acceso a una ideología revolucionaria.

Podríamos decir que hay desigualdad todavía en los honores, que hay desigualdad en los prestigios, que hay desigualdad en la autoridad. Pero que nos encaminamos hacia un futuro de igualdad en todos los aspectos de la vida, e incluso de igualdad en el prestigio, de igualdad en la autoridad y de igualdad en los honores.

Hemos llegado hasta aquí como resultado del esfuerzo de un pueblo entero, generación tras generación. Hemos llegado hasta aquí como resultado del esfuerzo y de la lucha de millones de compatriotas. Y aún escuchamos nuestros nombres: mi nombre, el nombre de Raúl, el nombre de los compañeros del Buró Político y del Comité Central. Sepan que nosotros sabemos muy bien que esos nombres no significan otra cosa que los símbolos, las palabras con que el pueblo quiere expresar sus propios méritos y su propia obra.

Para expresar cómo nos sentimos nosotros hoy, en este día glorioso en que culmina nuestro Primer Congreso, en este día feliz —tal vez el más feliz de toda la Revolución, porque nunca como hoy hemos visto tan segura y tan perdurable la obra de la Revolución—, nos sentimos como gotas de agua en este mar de pueblo.

Nuestro futuro se presenta halagador, se presenta claro. Hoy somos libres, hoy somos dueños absolutos de nuestro destino, y por eso podemos construir ese futuro. Llegaremos tan lejos cuanto seamos capaces de llegar.

Empezaron nuestras luchas en el colonialismo, las continuamos bajo el capitalismo; hoy construimos el socialismo. Y esa lucha nos une, nos hermana, nos identifica unos a otros; ha hecho que nuestro pueblo en su conjunto se supere y que cada uno de nosotros individualmente seamos mejores. Pero no nos detendremos aquí. Seguiremos adelante. ¡Construiremos el socialismo! Y sin que nadie nos pueda acusar de soñadores, ¡nuestro pueblo llegará al comunismo!

Estos años han sido de avances ininterrumpidos, de superación continua. El avance futuro, la continua superación, los garantiza nuestro glorioso Partido.

Una nueva etapa de la Revolución se inicia con este Congreso. El camino hasta aquí no ha sido fácil, pero lo hemos andado. El camino futuro tampoco será fácil, pero lo andaremos mejor todavía. Ese camino lo ha trazado el Congreso con nuestra Plataforma Programática, con nuestra Constitución y con todas las tesis y resoluciones acordadas.

Pero, además, este Congreso ha reflejado la extraordinaria unidad de nuestro pueblo y de nuestro Partido. Y ha sido un Congreso profundamente justo y profundamente humano.

El Buró Político se ha ampliado, y ustedes han estado pronunciando los nombres de esos compañeros. Y efectivamente, tenemos cinco nuevos miembros del Buró Político: el compañero BIas Roca, el compañero José Ramón Machado Ventura, el compañero Carlos Rafael Rodríguez, el compañero Pedro Miret y el compañero Arnaldo Milián.

Tuvo a su cargo la presentación de la candidatura a Primer Secretario del Partido el compañero Fabio Grobart. Y lo menciono, entre otras razones, porque no podemos olvidar aquellos días del pasado capitalista cuando a Fabio Grobart lo presentaban como un tenebroso agente de Moscú, organizador del Partido Comunista de Cuba, conspirador inveterado, personaje de leyenda y culpable de cuantas huelgas, protestas, manifestaciones y luchas había en nuestro país; Fabio Grobart, un viejo comunista que participó en la fundación del primer Partido Comunista de Cuba, sastre de profesión, polaco de nacimiento y ciudadano del mundo, como todos los comunistas.

Esas eran las teorías, las invenciones fabulosas que hacían los reaccionarios y los imperialistas en el pasado. Como calumniaban a BIas Roca, zapatero de profesión, elevado a las más altas cumbres del pensamiento político y del pensamiento revolucionario; porque, para los burgueses, llamar zapatero a alguien era una ofensa. O al compañero Carlos Rafael Rodríguez, al cual —desde luego— los burgueses respetaban, y decían que era una inteligencia, una eminencia —lo cual yo no estoy desmintiendo—; pero decían que era una lástima que fuera comunista.

Mensaje de Fidel a los Periodistas Cubanos sobreviven en 2021

Fidel en clausura del 1er Congreso del PCC
Fidel en clausura del 1er Congreso del PCC

¿Quién les iba a decir a los burgueses y a los reaccionarios que hoy todos seríamos comunistas? ¡Qué lástima para los burgueses! Que hoy todos enarbolaríamos las banderas del marxismo-leninismo, y que hoy un pueblo entero lucharía, con sus rojas banderas, por el socialismo y por el comunismo.

Esto no es obra de nadie, ni podía ser obra de nadie; es obra de la justicia de nuestra causa, de la justicia de nuestras ideas. Somos fuertes, y somos todo un pueblo unido, porque las ideas que inspiran nuestra lucha son las ideas más humanas y más justas. Solo esas ideas habrían podido obrar el milagro de levantar y de unir a un pueblo entero; a un pueblo en el pasado explotado, en el pasado más remoto casi un pueblo de esclavos, más adelante un pueblo de obreros asalariados donde la más ultrajante diferencia de clase imperaba, donde la injusticia, el abuso y la explotación eran el principio supremo. Y ese pueblo muestra hoy esta unidad y esta fuerza, porque nuestras ideas son las ideas más humanas y más justas. Y no solo son las ideas de nosotros, los cubanos; son las ideas de todos los pueblos progresistas de la tierra, ¡son las ideas de todos los revolucionarios del mundo!

Por eso, nuestra fuerza no es esta sola fuerza, sino que es la fuerza unida de todos los pueblos del mundo. Y eso es lo que hace invencible la causa de la liberación nacional, la causa de la justicia social, la causa del socialismo y del comunismo. Nosotros solos no habríamos podido jamás llegar hasta aquí, no habríamos podido jamás ser lo que somos hoy; pero hemos llegado, y somos lo que somos, porque formamos parte de la humanidad progresista y revolucionaria.

Por eso, al efectuar este acto de masas, al disfrutar este día glorioso y feliz, al expresar nuestro júbilo como un símbolo de la solidaridad internacional, debemos expresar nuestro más profundo sentimiento de reconocimiento y gratitud al hermano y heroico pueblo de la Unión Soviética, cuyo Partido nos apoyó decididamente, enseñándonos de una manera concreta e irrebatible lo que es el movimiento revolucionario mundial y lo que es el internacionalismo proletario. Junto a la Unión Soviética, nos apoyaron los países de la comunidad socialista, nos apoyaron los movimientos progresistas de todo el mundo.

Nosotros solos, absolutamente solos, no habríamos podido vencer el bloqueo, no habríamos podido derrotar las agresiones imperialistas, no habríamos podido disfrutar este día victorioso de hoy. Y es que la causa de la independencia nacional de Cuba, iniciada en 1868, solo pudo ser realidad cuando se vinculó estrechamente con el movimiento revolucionario mundial. ¡Y esa solidaridad ha hecho posible la Revolución Cubana, ha hecho posible la independencia de nuestra patria, ha hecho posible el socialismo en Cuba; ha hecho posible nuestra victoria!

Hace unos minutos ustedes decían: a los yankis dales duro. No es que nosotros queramos darles duro a los yankis por gusto. Es que el imperialismo yanki se merece que le den duro.

Al hacer la clausura de nuestro Congreso, nosotros comentábamos unas declaraciones del Presidente de Estados Unidos, en las que decía que la ayuda de Cuba al pueblo de Angola cancelaba las posibilidades de una mejoría en nuestras relaciones con Estados Unidos. Es una cosa extraña, porque cancelaba lo que hace rato que los imperialistas tenían cancelado.

No es necesario repetir aquí las cosas que dijimos en el Congreso, y que seguramente serán publicadas en la prensa.

Es increíble que los yankis, es decir, los imperialistas yankis —porque nunca confundimos al pueblo norteamericano con los imperialistas, y cuando hablamos de yankis, hablamos de los imperialistas yankis—, pretendan pedirnos cuentas de nuestro apoyo solidario al pueblo de Angola, como hace unas semanas nos pedían cuentas del apoyo a Puerto Rico, si nuestra bandera y la bandera de Puerto Rico son prácticamente las mismas; si Martí fundó el Partido Revolucionario Cubano para la independencia de Cuba y para luchar por la independencia de Puerto Rico. Y ahora dicen que se cancelan las posibilidades de las mejorías de relaciones. ¿A estas horas? Después que lo cancelaron todo y ya no les queda nada por cancelar.

Al principio bastante que fastidiaron con sus cancelaciones, cuando todos los equipos, todas las fábricas, todos los transportes eran yankis, y nos cancelaron las piezas de repuesto; pero cuando ya por suerte —¡por suerte!— no dependemos de ellos para nada, ni en el comercio, ni en los abastecimientos ni en nada, si ya salimos victoriosos, ahora, después de la victoria, ¿con qué nos pueden amenazar? ¿Con cancelar qué cosa que no hayan cancelado inútilmente antes?

Con relación a Cuba, puesto que los imperialistas no tienen cosas concretas que cancelar, no les queda más remedio que cancelar cosas abstractas. Con la solidez de la Revolución, con el desarrollo de nuestras relaciones con todo el mundo, con nuestros sólidos vínculos con el CAME y con la Unión Soviética, garantizado en este país el combustible, garantizados en este país el trigo, los alimentos, los equipos, las inversiones industriales, ¿con qué nos pueden amenazar los imperialistas? ¿Qué nos pueden quitar que no nos hayan quitado? ¡Nada! Eso se puede llamar impotencia absoluta. Esa es la situación.

Pronuncia discurso durante la clausura del Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba en la Plaza de la Revolución «José Martí». Este acto fue de un simbolismo muy grande, nuestro pueblo se reunió para expresar su apoyo a los acuerdos del Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC). Foto: Estudios Revolución

Claro que nosotros somos partidarios de una política de paz, de coexistencia pacífica, e incluso de relaciones con regímenes de diferente sistema social. Eso está en nuestra política leninista. No somos nosotros. ¡A qué viene ahora amenazarnos, o pretender que nosotros volvamos a ser un sumiso lacayo del imperialismo yanki!: ¡Que renunciemos a nuestro deber de apoyar a Puerto Rico! ¡Que renunciemos a nuestro deber de apoyar el movimiento revolucionario mundial! ¡Que nosotros seamos unos traidores a la causa del internacionalismo proletario! ¡No! ¡Jamás! Porque sin internacionalismo proletario no habría existido la Revolución Cubana, y sin internacionalismo proletario habríamos dejado de ser revolucionarios.

¿Y cuál es ahora la manzana de la discordia? Estos yankis eran los dueños de América Latina, y América Latina no quiere más dueños. Y poco a poco se levanta, y poco a poco conquista su independencia. Nos quisieron aislar de América Latina; lo consiguieron un tiempo, pero nuestros vínculos se desarrollan. Nos quisieron aislar del resto del mundo; pero nos vinculamos con el mundo, con el campo socialista, con los países subdesarrollados, con Asia, con Africa.

Y ahora la manzana de la discordia es Angola. Los imperialistas pretenden prohibirnos que ayudemos a nuestros hermanos angolanos. Pero debemos decirles a los yankis que no se olviden de que nosotros no solo somos un país latinoamericano, sino que somos también un país latinoafricano.

La sangre de Africa corre abundante por nuestras venas. Y de Africa, como esclavos, vinieron muchos de nuestros antecesores a esta tierra. Y mucho que lucharon los esclavos, y mucho que combatieron en el Ejército Libertador de nuestra patria. ¡Somos hermanos de los africanos y por los africanos estamos dispuestos a luchar!

En nuestro país existía la discriminación. ¿Quién no lo sabe? ¿Quién no lo recuerda? En muchos parques, por aquí los blancos y por aquí los negros. ¿Quién no recuerda que a muchos lugares, centros de recreación, escuelas, no dejaban entrar a los descendientes de africanos? ¿Quién no recuerda que en el estudio, en el trabajo y en todos los aspectos existía la discriminación? ¿Y quiénes son hoy los representantes, los símbolos de la más odiosa, de la más inhumana discriminación? Los fascistas y racistas de Africa del Sur. Y el imperialismo yanki, sin escrúpulos de ninguna índole, lanzó las tropas mercenarias de Africa del Sur para aplastar la independencia de Angola, y se indigna de que nosotros apoyemos a Angola, se indigna de que nosotros apoyemos al Africa, se indigna de que nosotros defendamos al Africa. ¡Por los deberes que establecen nuestros principios, nuestra ideología, nuestras convicciones y nuestra propia sangre, defenderemos a Angola y defenderemos al Africa! Y cuando nosotros decimos defendemos, lo decimos en serio. Y cuando nosotros decimos luchamos, luchamos en serio.

Que lo sepan los racistas de Africa del Sur y que lo sepan los imperialistas yankis. Formamos parte del movimiento revolucionario mundial, y en esa lucha de Africa frente a los racistas y frente a los imperialistas, sin vacilación alguna, estaremos junto a los pueblos de Africa.

Hay que ser cínicos para pretender condenar nuestro apoyo a Angola, cuando se marcha sobre ese pueblo heroico del brazo de los fascistas sudafricanos; una región del mundo donde 3 millones de blancos oprimen a 14 millones de negros, y que quieren imponer esa política en Rhodesia y la están imponiendo, y la quieren imponer en toda el Africa negra. Pero el Africa negra no la tolerará, no la resistirá. Es la subestimación de los imperialistas y de los reaccionarios hacia los pueblos; es el hábito de los mercenarios de hacer lo que les da la gana, de marchar con sus tanques y con sus cañones contra pueblos indefensos. Ya lo quisieron hacer aquí en Girón, y eso es lo que quisieron hacer en Angola. ¡Pero los angolanos no estarán indefensos!

Y Ford protesta, y Ford amenaza; o no amenaza; dice que se cancelan las hipotéticas y abstractas posibilidades de un mejoramiento de relaciones. Lo que tiene que hacer Ford es pedirle excusa al Gobierno Revolucionario de Cuba por las decenas de crímenes que contra los dirigentes de la Revolución preparó la CIA durante muchos años. Porque el gobierno de Cuba tiene derecho a esperar que el gobierno imperialista de Estados Unidos brinde una explicación y pida excusa por los tenebrosos y macabros asesinatos que preparó contra los dirigentes de la Revolución Cubana, en lo cual dieron prueba de cuán incivilizados son, de cuán bárbaros son y de cuán criminales son. Pusieron la técnica y la ciencia al servicio del asesinato. Y durante años enteros, de una forma inescrupulosa, sucia, indecente, ese Estado se dedicó a planear el asesinato de los dirigentes revolucionarios cubanos.

Lo que estamos esperando de Ford no es la cancelación de sus hipotéticas esperanzas o posibilidades de mejoramiento de relaciones con Cuba, sino es una excusa por los bochornosos, aborrecibles, vergonzosos crímenes que el gobierno de Estados Unidos preparó contra los dirigentes de la Revolución Cubana.

Nuestro pueblo no ha fallado jamás en el cumplimiento de sus deberes internacionalistas, y nuestro pueblo ha tenido una política consecuente de principios en toda su actuación.

¿Qué creen los imperialistas? ¿Que porque estamos interesados en el progreso social, en el progreso económico, nos vamos a vender porque nos compren un poco de azúcar y comprarles a ellos un poco de bisutería? ¿Qué creen los imperialistas? ¿Acaso no se dan cuenta de que el mundo cambia y que la época del chantaje pasó, que la época de imposiciones a este país pasó? Este país al que una vez le impusieron una Enmienda Platt y después decenas de gobernantes vendidos y traidores.

¿Que a este país de la Revolución le van a imponer algo? ¡No! Se equivocan. Y lo hemos planteado: aun cuando las relaciones económicas con Estados Unidos puedan ser útiles a nuestro país, esas relaciones no se restablecerán jamás, si es a base de renunciar a un átomo de nuestros principios.

Y creemos que en eso está de acuerdo nuestro pueblo entero. Y está de acuerdo no solo la presente generación, sino incluso las generaciones venideras.

Y si el imperialismo no puede mejorar las relaciones con Cuba, porque el capitalismo es incapaz de atenerse a normas internacionales; si el capitalismo es incapaz de respetar la libertad y la soberanía de otros pueblos, entonces es un problema de ellos: que renuncien al capitalismo y resuelvan el problema. Pero ahora no nos van a pedir a nosotros que renunciemos al socialismo, que renunciemos al internacionalismo proletario.

No somos nosotros los que nos oponemos intransigentemente a relaciones normales; pero si el capitalismo, prepotente, poderoso, no quiere nada, ni hablar, ni mirar para este pequeño país, esperaremos a que desaparezca el capitalismo en Estados Unidos.

Nosotros defendemos la coexistencia pacífica y las relaciones. Si ellos no quieren, ¡allá ellos! Afortunadamente, afortunadamente no los necesitamos para nada.

Queridos compatriotas: hacía tiempo que no nos reuníamos en esta Plaza. Hoy nos hemos reunido con motivo de un acontecimiento feliz: nuestro Primer Congreso, que ha sido verdaderamente un hecho histórico. Y siempre que nos encontramos en esta tribuna no podemos menos que admirarnos de nuestro pueblo, de su fuerza, de su cohesión, de su entusiasmo, de su ideología.

Nosotros, los privilegiados herederos de las luchas de generaciones de cubanos, hemos tenido más de una vez el placer, la felicidad, de contemplar un espectáculo como este. Más de una vez hemos tenido ocasión de sentir desde lo más profundo de nuestros corazones un infinito sentimiento de cariño y de admiración para nuestro pueblo.

Fidel en clausura del 1er Congreso del PCC
Fidel en clausura del 1er Congreso del PCC

Hoy solo quiero decirles —en esa convicción y en esa confianza de que nuestro camino, ancho y hermoso, se abre por delante— que este acto, este encuentro de hoy entre el Partido y las masas, entre el Comité Central y las masas, constituye uno de los acontecimientos más extraordinarios de nuestro proceso revolucionario, y uno de los días más felices de nuestras vidas.

¡Patria o Muerte!

¡Venceremos!

Fidel regresa a su natal Biràn

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